El engaño de los eucaliptos con sello ambiental

MADRID.-  ¿Cómo pueden unas explotaciones intensivas de eucaliptos en el norte de España recibir la certificación forestal más prestigiosa del mundo, el sello FSC? Para las organizaciones ecologistas que denunciaron el caso sólo existe una forma: incumpliendo las reglas de juego.

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Eucaliptos en una imagen de archivo.

Las sospechas surgidas en torno a este proceso de certificación han terminado por destapar toda una serie de irregularidades del auditor externo que debía evaluar la sostenibilidad de estas explotaciones forestales.

La certificación FSC, Forest Stewardship Council, supone un sistema de evaluación independiente sobre la gestión que se realiza en bosques y plantaciones forestales. Su objetivo es garantizar al consumidor que el producto que lleva este sello procede de explotaciones gestionadas de forma responsable con el medio ambiente y la sociedad.

Desde sus inicios, FSC recibió el apoyo de las organizaciones ecologistas y de entidades científicas, pues es considerado el sistema más creíble existente en el mercado. Además, ya ha demostrado su capacidad de mejorar la gestión forestal en diferentes lugares del mundo: cerca de 90 millones de hectáreas en más de 77 países.

Cuando un bosque gestionado para extracción de madera pretende recibir el sello FSC, contrata los servicios de una auditora externa, que evalúa y decide si el aprovechamiento forestal cumple una serie de normas y requisitos que aseguren su sostenibilidad.

Pero, como ocurre tantas veces, aparece alguien que se salta las reglas del juego en su propio beneficio. Este es el caso de la empresa Norte forestal S.A (NORFOR), una filial del grupo ENCE, que contrató los servicios de la auditoría externa Societé Generale de Surveillance (SGS), para auditar más de 13.000 ha. de plantaciones de eucalipto y pino en Galicia, Asturias y Cantabria.

SGS es una empresa líder mundial en certificaciones y procesos de verificación. Sin embargo, la calidad e independencia de sus servicios ha dejado mucho que desear en esta ocasión.

SGS otorgó el sello de FSC a NORFOR en octubre de 2004, mediante un proceso plagado de errores, lagunas de información y falta de cumplimiento de la normativa establecida. Diferentes organizaciones del movimiento ecologista dieron la voz de alarma y comenzó entonces un largo proceso de denuncia, que obligó a la auditora externa de FSC Internacional, ASI, a realizar hace unos meses una nueva auditoría del trabajo de SGS. Por fin, el auditor era auditado.

ASI (Accreditation Services International GmbH) hizo público de forma reciente el resumen de esta evaluación y las conclusiones no dejan lugar a dudas.

Como se pone de manifiesto, las plantaciones de eucalipto gestionadas por NORFOR no pueden recibir el sello forestal FSC por diversas razones, las cuales, entre otras deficiencias, fueron omitidas por la auditoría de SGS. Entre estas razones están el que se trate de plantaciones intensivas, que suponen un uso abusivo de agroquímicos, así como graves problemas de erosión de suelos.

Además, NORFOR no realiza evaluaciones de impacto ambiental previas a las plantaciones, exigidas por la ley. Y mucho menos evaluaciones sobre las posibilidades de generar invasiones en zonas adyacentes, que por lo demás son sitios de alto valor ecológico, no olvidemos que los eucaliptos son especies exóticas e invasoras en España.

Por si esto fuera poco, los informes de SGS incumplieron varios requisitos de participación pública y contenían errores garrafales sobre la localización geográfica o sobre el grado de intensidad de la gestión forestal de NORFOR.

Como resultado, ha quedado en evidencia, internacionalmente, la credibilidad profesional de SGS, que ha mostrado una total falta de transparencia y de imparcialidad. La gestión forestal de NORFOR está en entredicho. Y los movimientos ecologistas se han apuntado un tanto. El sello FSC, lejos de perder credibilidad, mejora su imagen, puesto que las irregularidades en su aplicación son perseguidas y corregidas, aunque los tiempos de aplicación se expandan.

En este caso, ASI obligará a SGS a llevar a cabo una serie de medidas correctoras. Pero el final de la historia está por escribir. ¿Cómo crees que debería acabar?

*Vanessa Sánchez es ambientóloga y trabaja en la Fundación Global Nature