NORUEGA.- ¿Os acordáis cuando en las clases de inglés de la adolescencia nos obligaban a aprendernos una interminable lista de verbos irregulares?. Pues bien, cogiendo uno de ellos, se puede resumir en tres palabras como está Noruega en la actualidad; freeze, froze, frozen, o lo que es lo mismo ‘bajo síntomas de congelación’.
Bicicletas sobre la nieve.
Para los que usamos la bici como medio de transporte esto se traduce en dos cosas. Primero, hay que evitar las zonas donde no hayan tirado sal al suelo. Y, segundo, no dejes la bici una noche a la intemperie, si no quieres descongelarla al día siguiente con un soplete.
Día tras día, o mejor dicho, noche tras noche, cae una fina pero intensa niebla que se congela encima de todo lo que no se encuentre bajo techo, formando una capa de un centímetro más o menos de hielo en forma de escarcha. Los coches brillan intensamente y provocan un cierto recelo a tocarlos por si se rompen en mil pedazos. La mejor solución es, sin duda, buscar un lugar donde la bici pueda dormir a gusto. De lo contrario, serás un hombre orquesta durante el pedaleo con la sinfonía de crujidos y chasquidos que emite en cada pedalada. Lamentablemente, y por mucho que busques, no tiene depósito de anticongelante. Agárrate como puedas.
Hace un par de semanas, mientras buscaba modelos de cubiertas con pinchos para la mountain bike, me enteré en la página web de Schwalbe (una conocida marca de neumáticos germana) que se había aprobado en Alemania la posibilidad de circular con ruedas de pinchos en las bicis por ciudad. Sin embargo, esto seguía totalmente prohibido en los coches o vehículos de motor.
En Noruega, la legislación es muy diferente: en vehículos de motor es obligatorio desde el 15 de octubre al 1 de abril, aproximadamente. Tienes dos opciones: neumáticos de clavos o de contacto. Pero por los primeros pagas un plus considerable. En las bicis es opcional pero, sin duda, muy recomendable. Y es que, si bien la nieve está presente un par de meses, el hielo dura cuatro (y con mucha intensidad).
Así, la época navideña está acompañada del ruido de los clavos, aquí llamados ‘spikes’, al paso de cada bicicleta. Mientras tanto, el asfalto se destruye notablemente y, tanto en la ciudad como en las autopistas, hay unas enormes roderas del paso de los coches, acumulándose en los arcenes restos de gravilla que expulsan los mismos a su paso. En abril con el deshielo, cuando limpian todo, te das cuenta de cómo se ha degradado el firme. No me extraña que los alemanes, con sus magníficas autopistas y sus procedimientos, que todo lo estudian al milímetro, lo hayan prohibido.
¿Qué cuesta más, la accidentabilidad por no llevar este tipo de neumáticos, o la reparación anual del asfalto que degradan?. Seguro que ellos han echado cuentas, no lo dudes.