Superman Rojo: Viaje al Pensamiento Occidental

Superman Rojo fue escrito en 2003 bajo una sencilla premisa. ¿Qué hubiese pasado si la cápsula con Kal-El hubiese caído doce horas antes, o después, en la tierra? En vez de Kansas, el idílico paraiso campesino norteamericano, lo hizo en Ucrania, el granero de la URSS. Un punto de partida interesante para una ucronía. Como todas las historias hipotéticas, se abren muchos caminos interesantes, se proponen muchas ideas y, sobre todo, se alteran los panteones creativos, en este caso el de DC.

El Gran Hermano Comunista!!

Su autor, Mark Millar suena muy fuerte en los últimos años. Los guiones de este escocés han supuesto una revolución para la industria, han abierto un camino para la modernización del comic y han servido para encontrar ese eslabon perdido entre el cine ylas viñetas que tantos réditos ha dado a las editoriales y productoras. Bebedor de la Iron Age de los 70 y 80 ha sabido actualizarla en estos tiempos inciertos tras el tumultuoso comienzo del siglo XXI en el World Trade Center. Su éxito llegó con The Autorithy pero en 2003 escribió un interesante cómic llamado Superman Red Son.

La libertad narrativa de las ucronias o What If es maná caído del cielo para los guionistas. Básicamente pueden hacer lo que les dá la gana. Y Superman Rojo no es una excepción. En este caso la historia va en la dirección de que Superman se convierte en el hijo predilecto de la URSS, que gracias al empleo de su poder consigue preeminencia en la guerra fría. Con el tiempo Superman se convierte en el Presidente de la URSS y del partido comunista y tras un enfrentamiento con el Batman Rojo, que es soviético y utiliza su inteligencia para fomentar un anarco-terrorismo contra Superman, asume un papel de Gran Hermano mundial que le lleva a la utopia final en el mundo. Sólo Estados Únidos, gobernado por Lex Luthor, se opone. El enfrentamiento final de los países libres, pero destruidos, contra Superman se salda con la derrota de este cuando Luthor apela a sus errores y a la independencia de la humanidad. Todo muy bonito.

Pero esta historia tiene unas líneas maestras que no se escapan. La primera, sin duda, es la importancia de Superman en el mundo de DC. No es para menos. El universo de esta editorial gira en torno a su figura y no es descabellado que la mayoría de los personajes bailen a su son. Sólo Batman parece salirse de su esfera, y en este caso su inclusión en la URSS es un elemento narrativo muy efectista.

Más allá de la importancia de nuestro héroe, hay que destacar sobre todo la manera de pensa del autor. Si cualquiera, con mayor o menor pericia escribiendo, desarrolla una historia sobre Superman Rojo es muy probable que hubiese llegado a las mismas conclusiones. Es decir, Superman habría acabado implicado en el aparato estatal comunista, asumiría por piedad con la humanidad el control del estado e impondría la utopía socialista en el mundo bajo la premisa del gran hermano que tanto gustaba a Stalin. Todos diríamos que si Superman hubiese caído en Ucrania salvaría el mundo como el Superman clásico y también como un gran comunista.

¿Por qué ocurre esto? Sinceramente creo que tenemos una línea de pensamiento arraigada en nuestro interior como occidentales. El totalitarismo de la URSS está grabado en nuestro interior como una idea mutable, inmodificable e icónica. La URSS impondría una utopia comunista mundial con el superhombre de su lado. No obstante una reflexión un poco más profunda nos lleva a pensar en la ridiculez de esta teoría. Evidentemente la educación marca a una persona, o superpersona, pero de ahí a llegar a la conclusión de que todos los socialistas soviéticos tenían la intención de implantar su utopía en el mundo, es sencillamente ridículo.

Si vamos un paso más y nos ponemos en la mirada del otro, nos damos cuenta de que no es descabellado pensar que el Superman de la historia oficial de DC también acabaría asumiendo la presidencia de Estados Unidos e imponiendo su visión liberal del mundo y liberando a los comunistas de sus errores al estilo americano por supuesto. O peor aún, convirtiéndose en una herramienta al servicio de los interes de occidente como apuntó Frank Miller en su impagable "El Caballero Oscuro" o Allan Moore, inclinaos oh miseros mortales al escuchar su nombre, con el Doctor Manhattan en Watchmen.

Dos conclusiones a esta reflexión a partir de un cómic. La primera es que el modelo de pensamiento es simplemente relativo. No existe una perspectiva única. Sin duda nuestra forma de pensar está condicionada por muchos factores y también socializada, pero eso no significa que sea la verdadera. No ha verdad, sólo apariencia de veracidad. La segunda conclusión es que los cómics son una industria cultural por derecho propio que a través de sus iconos nos permiten contactar con nuestras raíces filosóficas y existenciales más profundas. En este caso la dicotomia occidente liberal-oriente comunista que destrozó el siglo XX.

Para acabar, y volviendo al cómic, hay que decir que el final autoconclusivo está muy logrado. La historia no se integra en el universo DC pero se configura a sí misma cuando en un futuro basado en el luthorismo (inspirado en Superman) un hombre llamado Yor-L envia a su hijo Kal-L al pasado para salvarle de la hecatombe del sol rojo.

Los tebeos, que grandes obras de arte.