Lula y Obama: los equilibristas

Interesante la movidia conjunta entre las espadas diplomáticas afines a Barack Obama y las de Lula Da Silva para impulsar la vuelta de Manuel Zelaya a Honduras y así presionar al régimen golpista encabezado por Roberto Micheletti, como develó Santiago O’Donell en Página 12

 Aunque, el sin sentido de los golpistas les llevó a redoblar aún más la apuesta, la movida es una muestra de que algo ha cambiado en Washington o por lo menos en una parte y que el liderazgo brasileño no sólo es económico sino que está presente en todos los factores sociopolíticos regionales.

Marca de aquí en más, por un lado, lo complicado que será para Brasil hacer equilibrio entre esas dos caras que tiene: Su hambre de superpotencia y su relación con los países hemisféricos como punto de apoyo para ello.

Eso se ve , por ejemplo, cuando por un lado pide una mayor participación de los países menos desarrollados en el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional pero se para del lado de las superpotencias para pedir que los Estados más vulnerables abran sus economías en la Organización Mundial del Comercio.

Por otro lado, Obama tiene otra tarea complicada de equilibrio en su territorio. Controlar lo viejo que quedó de Bush tanto en los servicios de inteligencia, el ejército y la marina como en su cuerpo diplomático. Todos extractos infiltrados por décadas de la misma política basada en el intervencionismo directo e indirecto en otros países.

Lo que se grafica en temas donde da un paso adelante y uno atrás y encuentra grandes resistencias: Guantánamo, torturas cometidas por la CIA y contratistas militares, Golpe de Estado en Honduras, bases militares en Colombia, ayuda tibia a África, Afganistan, Irán e Irak. Todas cuestiones donde hay una clara pelea entre lo “viejo” y lo “nuevo”, o a veces no tanto, que representa el primer presidente negro que cambió de raíz un vetusto discurso norteamericano.

Los dos son y serán los equilibristas tanto para nivelar a una importante parte de la política internacional como para presionar sin intervenir militarmente a un régimen golpista que ya no encuentra excusas para seguir en el poder a la espera de que llegue otro mandarín que de por tierra con las pequeñas reformas en Honduras.