Los malos humos de los hosteleros

Parece que el Ministerio de Sanidad apuesta decididamente por prohibir fumar en la totalidad de los espacios públicos. En España, al contrario de lo que ocurre en la mayor parte de los países europeos, los bares y restaurantes siguen siendo reducto para fumadores.

La actual ley del tabaco, tibia e imprecisa, ha dejado que  en la mayor parte de los bares, tabernas y restaurantes españoles esté permitido fumar. La norma deja a los propietarios de estos establecimientos la capacidad de decidir si en su local se deja o no encender un cigarrillo, siempre y cuando las dimensiones del mismo sea inferior a 100 metros cuadrados. La opción de la mayoría ha sido permitir el tabaco, que además supone una fuente de ingresos para estos establecimientos.

 La norma ha dejado también la capacidad a las comunidades autónomas para legislar en esta materia. Así que actualmente nos encontramos con panoramas bien diferentes: prohibición total en Cataluña, por ejemplo, o permisividad, cuando no laxitud, en territorios como el madrileño.

No hace falta recordar los perjuicios para la salud del humo del tabaco. Aún así, en España seguimos conviiendo fumados y no fumadores, y en este últmo grupo hay que incluir a aquellos que acuden a un establecimiento a tomar unas cañas, pero también a los profesionales que trabajan en esos establecimientos. Salir de bares fuera de nuestro país es una experiencia bien distinta. En la mayor parte de los casos satisfactoria, sobre todo para los no fumadores, pero también para las personas que fuman que son capaces de adaptarse perfectamente a estas circunstancias: saliendo a la calle a encender el cigarrillo pertinente. De echo, en países como Francia, la prohibición provocó un aumento del número de clientes, hay que recordar que cada vez más personas evitan entrar en ambientes con humo y son ya muchos los que buscan restaurantes o bares de no fumadores para salir por las noches.

Habría que preguntar a estos establecimientos si la prohibición de fumar ha mermado su clientela. Lo cierto es que los que así lo han hecho mantienen la prohibición, lo que quiere decir que la medida no ha debido ser negativa. A pesar de ello, la Federación Española de Hostelería acaba de oponerse a la medida. Detrás de esta postura sólo cabe dilucidar razones económicas, a pesar de que no parece que la prohibición de fumar vaya aparejada de una pérdida de clientela: de hecho desde la entrada en vigor de la actual ley se ha aumentado considerablemente la superficie libre de humo. Una norma de medias tintas, que si bien eliminó el tabaco del ámbito laboral o de los centros públicos, no atajó el problema del tabaco, y fue así precisamente por las presiones del sector hostelero.

La Ministra de Sanidad ha asegurado que la sociedad española está suficientemente madura para prohibir fumar. Es más, me atrevería a afirmar que la sociedad española reclama ya la prohibición de fumar en la totalidad de los espacios públicos. Y cada vez somos más, fumadores o no, los que nos damos cuenta de la ventaja de esta prohibición cuando visitamos un país europeo.