Es una tarde de sábado, y reunidos ante una gran mesa, charlamos y reímos varios de los españoles que vivimos en Alejandría. No somos todos los que estamos, pero estamos todos los que, por decirlo de alguna manera, metemos más ruido. ¿Quiénes somos? ¿A qué nos dedicamos? ¿Cómo viven los españoles en Alejandría?
Foto de Sergi (el-Ayn el Flickr)
La paella está lista. Una increíble paella hecha con marisco y pescado fresco del día, ¿a que no adivináis cuánto nos ha costado este festín para quince comensales? Pues alrededor de 30 euros en total, que no por persona. A todos nos gusta la paella. Empezamos a discutir sobre el vino tal o el vino cual que acompañaría estupendamente a la comida. Otros empiezan a hablar de cómo van sus proyectos por Egipto. Comentamos los atavismos que imperan por aquí y cómo nos recuerdan a tiempos de nuestros padres.
Soy profe de Cervantes, además canto en un restaurante los fines de semana. Así se gana la vida Yolanda, una mujer vasca que llegó aquí hace más de cinco años. La primera vez que visitó Alejandría se enamoró de su decadencia, de su atmósfera salitrosa y de su luz. Además, su novio era egipcio y decidieron mudarse juntos del sur de Egipto a la Costa Norte.
Otro de los profesores del Instituto Cervantes, Dani, nos habla de su vida de casado con una egipcia que, además, controla perfectamente el español. Veamos: ¿cómo es la vida amorosa con una pareja egipcia, teniendo en cuenta que aquí la mayoría son musulmanes/as y que las chicas han de casarse con otro musulmán?
No sabría decirte si es diferente. A nivel de pareja, no hay muchos cambios. A nivel social, ya sí, sobretodo en la interacción con la familia. Aunque, otra vez, cada familia es un mundo, y la sociedad española y la egipcia no son muy diferentes a nivel social. Su mujer es musulmana. Dani ya se había sentido cautivado por esta religión antes de conocerla.
Continuamos hablando con Fernando, aragonés y músico (dejo su website). Nos relata cómo es estar comprometido con una chica egipcia: La cuestión es que hay que tener mucha paciencia para llegar a entenderse porque los conceptos, aunque son los mismos, están explicados de otra forma, en otro entorno. Así que hay que trabajar mucho la traducción interpretativa y siempre asegurarse de que uno realmente comprende al otro antes de empezar a valorar y juzgar o dar opiniones.
La religión es uno de los temas que más se abordan en las conversaciones. Por ejemplo, a Marc, un joven periodista y realizador de documentales (dejo su blog), una de las cosas que menos le gusta de este país es que haya tanta gente que conduzca a los egipcios a sus anchas desde la política a la religión. Los aspectos socio-políticos son muchas veces tema de conversación, y aunque algunos guarden silencio, muchos somos los que damos nuestra opinión, pero siempre con mucho cuidado. Al final todo sabemos qué pasa en el país y tampoco tenemos ganas de agobiarnos por algo que no podemos cambiar, afirma Yolanda. ¿Nos coloca esto en una posición neutral como expatriados? Como apunta Sergi, psicólogo de carrera y (más que) aficionado de la fotografía (su flickr): creo que uno puede llegar a sentirse parte de esta ciudad, aunque no es fácil. Lo que veo prácticamente imposible es que llegue a sentirse parte de la sociedad.
Siempre hablamos de adaptación. Personalmente me hace gracia que después de dos años la gente me pregunte ¿qué tal tu aventura egipcia? Sin embargo, cuando tu hogar no está en España, creo que sería bueno matizar que es más una pregunta de cómo te va la vida en Alejandría. Aceptaremos el término de aventura migratoria.
Y, ¿qué hay del hogar? Yo compré mi apartamento. Me casé y vivo con mi mujer, contesta Dani. Yo vivo sola y pago unas 1000 libras egipcias- unos 125 euros-, dice Yolanda. Sergi y Marc, catalanes ambos, comparten piso en este momento. Pagan también alrededor de 1000 libras, al igual que Fernando y yo misma.
Todos tenemos amistades tanto europeas como egipcias. Un consejo: no dejes nunca de tener amigos del lugar. Para conocer, entender y querer a una nueva ciudad, debes conocerla a través de la gente que ha vivido toda su vida aquí. Cuando quedamos con ellos, se habla de todo un poco. Por supuesto, las egipcias se cortan más cuando hay hombres a la vista, pero si no, es la mejor manera de comprender religión y sociedad. Tanto ellos como ellas hablan del amor, de sus amores platónicos, de si les han dado el visado para Estados Unidos o Canadá, de si sus padres no les dejan hacer lo que quieren. En fin, tampoco son tan diferentes a nosotros.
Por ejemplo, Fernando y Dani se divierten con sus amigos (de cualesquiera nacionalidad) de una manera tranquila: van al cine, a conciertos, hacen algún viaje a los oasis. Yolanda queda en los cafés, se divierte con las tertulias interminables de sus amigos egipcios o con las jam sessions de sus amigos músicos.
Alejandría no es una ciudad demasiado excitante -explica Sergi- con lo cual me divierto con actividades relajadas, relacionadas con la lectura y la fotografía. Aparte, de vez en cuando sales con la tribu de europeos a tomar unas cervezas o con colegas egipcios. Marc sale principalmente con europeos y españoles: también tengo amigos árabes, dice, aunque no diría que salgo con ellos en el sentido español del término juerga y demás. Salir aquí es diferente a Europa. Ligar es jodío para los chicos, para las chicas menos, dice Marc. Está de acuerdo Sergi, que dice que para un hombre extranjero es bastante complicado poder tener cualquier tipo de relación íntima con una mujer egipcia: Establecer vínculos emocionales con chicas jóvenes egipcias es prácticamente imposible.
Si bien en este punto no existe mayor flexibilidad, todos estamos encantados con la comida, las verduras frescas que se pueden encontrar en, prácticamente, todas las esquinas y, sobre todo, nos gusta la gente. Dani lo explica muy bien cuando dice que la gente es lo que más caracteriza a un pueblo: en el caso de este país, para mí, la gente tiene lo mejor y lo peor: Son gente muy sociable y con buenos valores, aunque a veces me molesta su forma desordenada y descuidada de vivir.
De todos es conocida la impuntualidad de los egipcios, aunque Yolanda lo ve como algo positivo: lo que más me gusta es la flexibilidad de horarios para todo- y continúa- el clima benigno de Alejandría, la convicción de que algo increíble y surrealista puede ocurrir en cualquier momento.
En la misma tónica se explica Sergi al decir que Egipto es un país en el que cada día que sales a la calle te encuentras con una diversidad de estímulos siempre diferentes: Nunca hay nada que no te sorprenda.
La opinión de Marc es también digna de destacar: les queda mucho de genuino, algo que cada vez cuesta más de encontrar.
Coincidimos también en la variedad de idiomas que puedes hablar cada día Alejandría, si bien no como en los buenos tiempos, todavía conserva mucho de su calidad metropolitana donde se oye el italiano, el francés, el inglés, el español, el griego y, claro está, el árabe.
Y España. España la visitamos muy de vez en cuando. Unos van cada seis meses, otros vamos una vez al año, para Navidad. Y, por supuesto, de ahí nos traemos enseres que aquí no se encuentran y que son una de las cosas que más echamos de menos: embutidos, vinos, quesos, galletas de mamá, líquido para las lentillas o incluso ¡tampax!
A las personas no nos las podemos traer en la maleta, las llevamos en el corazón y todos esperamos que vengan a visitarnos para sacar nuestro lado protector.
Si venís a Alejandría ¡aquí estaremos!
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