Un favor al medioambiente

El consumo diario de una cajetilla de tabaco con un coste de 3 euros supone unos 1.000 euros al año. 1.000 euros que desaparecen en los pulmones del fumador y que van a parar, en su mayor parte, a las arcas de la hacienda pública. El Gobierno acaba de aprobar la subida del precio de la cajetilla y de la gasolina. Ha dicho la Ministra de Economía que se trata de una medida con la que se pretende reducir el consumo de tabaco y el uso del vehículo.

El tabaco sube

Lo que no deja de sorprenderme es que sea la ministra de Economía, y no la de Sanidad, la que se hable de cuestiones de salud. Antes, cuando el Gobierno subía el precio del tabaco lo hacía sin más... En tiempos de crisis, el incremento de los impuestos indirectos, los que afectan a todos los bolsillos con independencia de si están más o menos llenos, hay que justificarlo bien, y la salud es un buen argumento.

También tras la subida del precio de la gasolina, otro impuesto indirecto, se han querido lanzar justificaciones medioambientales... Ahí la cosa ya huele, porque mientras que por un lado se ofrecen ayudas para que los ciudadanos nos compremos un coche y las ventas de la industria del automóvil no se hundan todavía más, por otro se nos dice que la gasolina sube para emitir menos CO2. "Contribuye a la sostenibilidad", ha dicho Salgado, y ha añadido, de soslayo:  "además hemos tenido en cuenta la financiación de la ayuda a la dependencia"... ¡¡¡Acabáramos!!!

La ecuación sale con una simple regla matemática: El Gobierno aprueba ayudas a la compra de automóviles, aumentan las ventas, hay más coches y mayor consumo de gasolina algo más cara. Resultado: más recaudación para reducir el déficit público, financiar la ley de dependencia y, de paso, las ayudas al sector del automóvil. No parece ésta sea una buena forma de contribuir a la sostenibilidad. Y con el tabaco resulta que el mismo que lo vende, el Estado, nos dice que es perjudicial para la salud, pero aumenta su precio, para desincentivar  el consumo.  Algo no cuadra.

Es probable que el incremento de estos impuestos indirectos tenga efectos en la reducción del consumo del tabaco. Y que los usuarios utilicen menos sus vehículos para ir al trabajo o se lo piensen dos veces antes de ir en coche al centro de las ciudades. Pero no parece que esa sea la finalidad última. Sí así ocurre, tendrá más que ver  con la situación económica de muchas familias que, además, han comenzado a reducir sus gastos en alimentación, ropa y electrodomésticos. Es la crisis, y no los impuestos, quien le hace un favor al medioambiente y a nuestra salud.