Bernhard Schlink, escritor y jurista alemán, comenzó su andadura literaria con novelas políciacas. Hijo de un alemán y una suiza, es el más joven de cuatro hermanos y, como muchos otros de su generación, vive con el pensamiento y la carga de sentir ,que muchos ascendientes suyos colaboraron, de una forma o de otra, con el genocidio cometido durante la segunda guerra mundial.
Portada de El lector, edición española
Su novela El lector (Der Vorleser en alemán, literalmente el lector en voz alta), publicada en 1995, recibió en su mayor parte críticas muy favorables tanto en el mundo de habla alemana como en sus versiones traducidas. Favorables en su mayor parte porque algunos críticos de periódicos alemanes, como Jeremy Adler, afirmaron que los crímenes nazis que se narran en esta historia, son descritos de una manera simplista, carente de todo detalle al describir con exactitud las vejaciones a las que los presos de campos de concentración eran sometidos.
Lo que es cierto es que como novela, El lector se plantea de una manera directa, con una narración en primera persona (de hecho parece ser que la historia forma parte de algún episodio de la vida del autor) que expone la historia de una manera cronológica, tal y como el protagonista la vivió. Una primera parte más romántica, en la que un adolescente de personalidad marcadamente insegura, llega enamorarse de una mujer más mayor que él en una sucesión de juegos sensuales y lecturas en alto que llegarán a poner de manifiesto claramente la personalidad también del personaje femenino, una mujer contundente aunque con algo que la atormenta y separa de la realidad que vive, y la hace incapaz de sentir una plena felicidad.
La segunda parte se torna política. El protagonista, ya crecido y estudiante de derecho, comienza a asistir a un juicio contra unas mujeres antiguas guardianas de una campo de concentración, a las que se las acusa, entre otras cosas, de haber dejado morir a cientos de mujeres encerradas en una iglesia durante un bombardeo. Aquí empiezan los conflictos emocionales del joven, que se debate entre el amor, la justicia y la historia, y de la exguardiana, que trata de mostrar al jurado que hizo lo que en ese momento debía hacer. Le es totalmente imposible defenderse. Sabía lo que ocurría en todo momento, pero el deber de su trabajo la incapacitaba para tomar cualquier tipo de decisión que cambiara el rumbo de lo que se supone era correcto que ocurriera.
Es, sin duda, un debate entre generaciones, la que lo vivió en su piel, el grupo humillado y sometido, y la que ha seguido albergando culpas de lo que provocó su pueblo. Un debate sobre un terrible periodo histórico, duro para todos, pero que sin duda ha dejado inevitablemente marcada a la sociedad alemana, a la que le cuesta desvincularse de tan amargo episodio. Un momento en el que, muy posiblemente, la moralidad y la ética estaban por debajo del sistema vigente y la población, en general, vivía con miedo y sencillamente daba la espalda a las horribles atrocidades. Es el arma de los sistemas totalitarios. Aprovechar la ignorancia de las masas. Crear valores nuevos, los suyos propios, sin dejar espacio al interrogante.
Por masquecine
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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