Qatar alumbra el Mundial de Motociclismo

Este domingo, de forma oficial, arranca un nuevo curso del Mundial de Motociclismo. En el circuito de Losail, en mitad del desierto, de noche y con 3.700 focos como elementos fundamentales a lo largo de los 5.380 metros de recorrido del trazado árabe. Así nace una nueva temporada, marcada, a pesar del proyecto faraónico de los árabes, cuyo coste asciende a los 60 millones de euros, por las dificultades económicas de las escuderías, donde, además, deberán adaptarse a las nuevas normativas. En el ámbito deportivo, en la categoría de los mayores, escasas novedades argumentales: todos contra Rossi.

Ocho coronas mundiales, seis de ellas en la máxima categoría, conforman el vértice de un palmarés de ensueño. Hay más: 97 victorias y 151 podios a lo largo de toda su carrera deportiva. Con estos números, antes de alcanzar los 30 años, cualquier deportista estaría programando su retirada, en cómo disfrutar del resto de sus días de forma placentera con el dinero recaudado durante años de esfuerzo. Pero existen deportistas ajenos a este modelo de conducta. No comprenden una vida sin disfrutar de su trabajo, de sus aficiones, de dibujar un mito sobre su persona. Así es Rossi. El hombre a batir durante esta temporada. Il Dottore confirmó esta visión recientemente: “Tengo tanta emoción como la que tenía en 1996, cuando debuté en el Mundial. El día que ya no me sienta así me iré a casa”. Y esto es así porque este italiano ya sólo corre por acercarse, y superar, a otro mito del motociclismo: su compatriota Giacomo Agostini, con 8 títulos en la categoría reina, 123 victorias y 159 podios. Aquí reside su motivación.

Pero hay más. Rossi encuentra otros alicientes en mantenerse como referente dentro de un mundo habitado por veinteañeros con innumerables aspiraciones. En este escalón, donde se mueven las hormonas más jóvenes, están Stoner, quién ya sabe cómo se saborea el éxito desde lo más alto del cajón, y Dani Pedrosa, un piloto de cristal, con escasos días de pretemporada debido a sus recientes operaciones en la rodilla. Después, más sabor nacional, con el indomable Jorge Lorenzo, Toni Elías y el veterano Sete Gibernau, quien, tras su descanso, recupera el casco.

El reto de Rossi no sólo estará en alcanzar a Agostini y en mantenerse intacto ante las garras de sus sucesores, sino en defender una corona en tiempo de crisis. Nadie sabe a ciencia cierta cómo funcionarán las máquinas en estos tiempos y en cómo se adaptarán los pilotos a los cambios en el reglamento. Todo es una incógnita. Porque el Mundial, cuya conclusión, dieciséis grandes premios después, será en el circuito valenciano de Cheste, trae consigo bastantes novedades. El objetivo se centra no sólo en ajustarse a los tiempos de dificultades económicas, sino en aumentar el interés de los aficionados, fijándose para ello en potenciar la competitividad sobre la pista. No es bueno, piensan los organizadores, en ver como Rossi se pasea, otra vez, por los circuitos sin rivales.

Sin Kawasaki –anunció hace meses su retirada del motociclismo, entre las escuderías participantes, las supervivientes adoptan medidas de subsistencia a la espera de tiempos más boyantes. Para empezar, todas han reducido drásticamente sus presupuestos. Y han acordado unas nuevas medidas de aplicación inmediata: un único suministrador de neumáticos (Bridgestone), contar con menos tiempos de ensayo en las vísperas de cada gran premio, limitar a cinco los motores disponibles durante las últimas seis carreras de esta temporada, anular las suspensiones electrónicas o el control de arranca entre otras novedades técnicas. Esta serie de medidas no sólo beneficiarán los balances económicos de las escuderías, sino que, como deseaban los organizadores, la calidad de los pilotos será más determinante que en anteriores campañas a la hora de resolver cada carrera, independientemente de la categoría.

Los recortes son más drásticos aún en las categorías inferiores, tanto en dos y medio como en el cuarto de litro. No obstante, a pesar de estas penurias económicas en un mundo acostumbrado a gastar dinero, los pilotos españoles figuran en todas las quinielas de los aspirantes al trono: Bautista es la amenaza de Simoncelli, defensor del título en 250cc; luego están Barberá y Debón. Simón, Pol Espargaró, Olivé o Márquez en 125cc serán las opciones para unirse a la época dorada del deporte español, puesto que todos las disciplinas cuentan con líderes intratables menos el motociclismo, donde el curso pasado finalizó sin una cosecha óptima.

Contra la crisis... petrodólares
Contradictorio. El Mundial de Motociclismo busca adaptarse al ciclo económico al tiempo que se presenta en sociedad en Qatar, cuna de los petrodólares. El dinero, en este paraíso del Golfo Pérsico, es una cuestión irrelevante. "Cómo son ustedes los europeos, siempre pensando en el dinero. ¿Qué importa cuánto ha costado? Sólo es dinero", explicaron sus organizadores hace un año cuando se disputó la primera carrera nocturna de la historia. Por cierto, Rossi no figura en este corto palmarés. Otro reto para este domingo. Quizá lo consiga a la luz de la Luna, o más bien a la luz de los 3.700 focos instalados a diferentes alturas con el objeto de evitar las sombras que desorientaban a los pilotos.

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