¿Qué tiene el tenis?

El fútbol ya no es el deporte rey. La efervescencia de craks en baloncesto, fórmula 1, motociclismo y, por supuesto en tenis, ha hecho que el fin de semana esté lleno de eventos deportivos de primera fila que, ahora sí, pueden relegar un partido de fútbol  un segundo plano.

Un deporte donde los mitos de ayer, lloran hoy, como cuando Federer se rompió de impotencia al ver cómo, despés de haber practicado un tenis 10 ha pasado a jugar un tenis 9,99 justo cuando otro mito, Rafa Nadal, ha roto la barrera del 10.

Rafa Nadal, todo un nº 1 pero que en el tercer y definitivo set de las semifinales de Miami frente a Del Potro y llegando a estar 3-0 y sirviendo para el cuarto juego consecutivo, se hunde y acaba perdiendo la eliminatoria.

El tenis permite ver una bola de break que se convierte, en apenas un minuto, en punto de juego para quien sirve. No logro olvidar el partido que Nalbandian tenía amarrado frente a Nadal y que acabó perdiendo después de 5 bolas de partido. Cada punto es un mundo porque cada golpe puede marcar el devenir del partido. Si lo haces mal, tu mente se viene abajo; si lo haces bien, es el contrario quien se hunde.

Los protagonistas piensan en milésimas de segundo. La bola viaja de un lado a otro de la pista con demasiada potencia y colocación como para pensarla. Las máquinas trabajan al máximo rendimiento y no sólo tienen que anular la estrategia del rival sino idear la suya propia. Preparar el punto con sigilo para pasar a la emboscada en el momento exacto. El que se adeante gana el punto. El que lo gana, le come terreno moral al adversario. El que antes se lo come, gana el punto, set y el partido. El tenis es fuerza liftada con inteligencia.

Pero el tenis tiene otra parte que no me gusta tanto...

La toalla ha aparecido no hace mucho. Permite a los jugadores coger aire y jugar con el rival. Primero se utilizaba únicamente en los descansos de cada juego. Y ahora, en cada punto. Los recoge-pelotas se comportan como mayordomos pagados con propina. No sólo recogen las bolas sino que ponen la sombrilla en los descansos y reciben la toalla de los jugadores con malas formas cada vez que el 'señorito' la usa. Y la bebida, por supuesto, bien fría.

El ritmo de juego se para y, a veces, se hace demasiado lento. Nadal se pasa la tarde entera para servir su saque. Lo hace para concentrarse y para desesperar al rival; lo que sucede es que en muchas ocasiones al que aburre es al espectador. Una vez que saca, lo compensa, pero...

El médico de la pista interviene demasiado. Los jugadores se tiran en la pista y reciben masajes para relajar músculos y disimular lesiones que acaban pasando factura al rival. Hay quien lo necesita físicamente y hay quien lo pide anímicamente porqu quiere renar el partido. Más de un masajista ha ganado el partido. En cualquier deporte de élite el que se lesiona, se retira. Usar el médico tan habitualmente puede llegar a ser antideportivo y un elemento que resta emoción al juego.

No me gustan tampoco los precios de las entradas. Restringir este deporte a la gente vip que pueden pagarlas, no es positivo. Apuesto por abrir el tenis a todo el mundo para convertirlo, todavía más, en un deporte de masa. El esfuerzo, la emoción y la calidad de este deporte debería cautivar más portadas de primera.