El pequeño país de los 17 asesinatos diarios

Un millón y medio de armas en un país de 14 millones de habitantes no es poco. Más si el lugar está inmerso en un nivel de delincuencia importante y posee una tasa de pobreza del 50%.

Un miembro de una mara frente a un mural. Imagen de la BBC

Guatemala, ubicada en Centroamérica, es uno de esos sitios donde la mala suerte llegó para quedarse desde hace tiempo. Con tres golpes de estado y una guerra civil que dejó cerca de 200 mil personas muertas o desaparecidas desde el siglo XX hasta acá, se encuentra hoy en medio de un duro debate por una nueva ley de armas.

Sin límites para comprar balas, con un promedio de 17 asesinatos diarios, y con la certeza de que el 75% de las muertes violentas se producen por el uso de pistolas, escopetas y rifles,el país para algunos políticos, como su presidente, Álvaro Colóm, necesita urgentemente modificaciones en esa normativa. Para otros, en cambio, estas reformas lo único que harán es desalentar la compra en las armerías registradas y aumentar el movimiento en el mercado negro.

Después de varios días en el que las Maras, como se le dicen a las pandillas en esa región, pusieron en jaque el servicio de trasporte debido a que han matado a medio centenar de chóferes en lo que va de 2009, el Congreso ha decidido luego de años de idas y vueltas aprobar 100 artículos de los 113 de la nueva ley y darle la razón a Colóm.

Entre ellos, el que permite que los particulares puedan tener hasta tres armas (antes eran 13) y el que pone un límite a la cantidad de balas que se puede comprar por mes, que pasa de ser ilimitado a 750.

Pero esto no bastará para terminar con la pesadilla de los guatemaltecos que ven como sus principales fuentes de ingresos, el turismo, las exportaciones textiles y el dinero enviado por los inmigrantes a sus familiares, descienden drásticamente por la crisis mundial, y las maras van en aumento y expandiéndose a otros países. Sin una salida a la vista, el Gobierno deberá ver como hace para contrarrestar todo estos focos de cultivo que no sólo podrían provocar más crímenes sino más muertes por hambre.

En ese sentido, la ley de armas y las modificaciones al Código Penal, son reformas importantes pero no las únicas que podrán devolver la misma esperanza al pueblo que alguna vez tuvo Ernesto "Che” Guevara cuando visitó a Guatemala en 1954 y se maravilló con las transformaciones sociales del gobierno de Jacobo Arbenz.