Así se hacen las películas

En 2008 estrenó entre nosotros la magistral 'Antes que el diablo sepa que has muerto'. Todo el mundo conoce la faceta de director del gran Sidney Lumet, pero no tantos su faceta de escritor. 

Sidney Lumet dirigiendo uno de sus últimos films.

Así se hacen las películas, escrito por Sidney Lumet es brillante y entretenidísimo. Imprescindible. David Mamet tenía razón al afirmar que el libro de Lumet es como sus películas: franco, justo, con ritmo y muy, muy elegante. Todo el que esté, de verdad, interesado en el cine debería leerlo.

Pocos libros sobre las entrañas del cine son tan precisos, filosóficos, contundentes, didácticos y a la vez entretenidos y vibrantes. Algo que muy pocos saben hacer. Atención al prefacio:

En una ocasión le pregunté a Akira Kurosawa por qué se decidió por un determinado encuadre en un plano de Ran. Me respondió que si hubiera girado la cámara un poquito más a la izquierda, una fábrica de Sony habría entrado en cuadro; y si la hubiera girado otro poquitín a la derecha, nos habríamos topado con el aeropuerto; ni una ni otro se correspondían con una película de época.

Así se hacen las películas (RIALP, quinta edición ya) es una obra tan directa y sencilla como su título, que no tiene nada que ver con portadas del tipo Praxis cinematográfica contemporánea o El ser y la nada en el travelling horizontal. Lumet va al grano y lo hace bien, sin rodeos, sin pajas, siendo sincero y reconociendo aciertos y fallos, batacazos o glorias a las que Lumet llama periodos calientes, aquellos en los que todo dios te llama porque tu última película fue un éxito. Si has tenido dos éxitos seguidos estás ardiendo. Tres éxitos y la cosa es ¿Qué quieres, chico? Sólo dilo.

LA AUTORÍA

Que un director dedique un capítulo precioso a sus guionistas tiene para mí un plus de interés. Dice esto de ellos: Hace unos años me invitaron a una retrospectiva de mis películas a la Cinématèque de París. Muchos directores franceses se quejaban de la falta de escritores. Señalé del modo más amable que pude que quizá la culpa fuera de ellos. Por culpa de la estupidez del auteur, que convierte al director en todopoderoso, la mayoría de los escritores que practican el autorrespeto evitan involucrarse en una película.

Lumet llega en su libro a una conclusión a la que también llegaba el guionista William Goldman en Aventuras de un guionista en Hollywood: Nadie sabe nada. Si alguien supiera, podría acometer sin miedo su propio proyecto. Y hay dos personas que lo han hecho: Walt Disney sabía y Steven Spielberg parece que sabe. La mayoría de las películas no son buenas. El éxito comercial no está relacionado con que una película sea buena o mala.

EL EQUIPO

Lo mejor de Lumet es que en su ensayo repasa todos y cada uno de los procesos y oficios dándoles a todo absoluta importancia, sin destacar, como otros, a los creadores reconocidos. Un ejemplo de ello es la anécdota que recuerda a propósito del vestuario: Sean Connery vino una vez al ensayo después de haber estado con Ann Roth haciendo pruebas de vestuario. Parecía contento. Le pregunté cómo había ido la cosa. Ann es alucinante, dijo. Ahora me ha dado al fin el personaje entero. Es el mejor cumplido que puede pronunciar un actor. Equivale a decir: Todos estamos en la misma película.

EL ESTILO

Una de los aspectos más valorados de los directores por parte de la crítica y otros eruditos, queda cuestionado muy inteligentemente por Lumet. El estilo no es únicamente una cámara con parkinson (el peor Dogma) o escenarios y ropajes con muchos colorines (el peor Almodóvar), sino en una conjunción de talentos que tienen que ser valorados en conjunto y no por separado. El padrino y Apocalypse Now son del mismo director, pero sus dos fotógrafos (Gordon Willis y Vittorio Storaro) le ayudaron en los estilos que pedía cada película. Lo dice Lumet, y dice bien.

COLEGAS

En su libro, Lumet ofrece un interesantísimo listado de colegas por los que se quita el sombrero. Estos son: Carné, Vidor, Fellini, Buñuel, Zinnemann, Wilder, Dreyer, Godard, Altman, Lean, Cukor, Wellman, Sturges, Ozu, Reed, Huston, Ray, Welles, Renoir, Rossellini, Ford, Wyler, De Sica, Scorsese, Bergman, Kurosawa, Coppola, Kazan, Antonioni, Vigo, Capra, Bertolucci, Lubitsch, Keaton, Spelberg. Aunque remate el párrafo con un y tantos otros, me llaman la atención dos llamativas ausencias: Kubrick y Hitchcock.

Como despedida, para rematar, el maestro se dirige directamente a los futuros directores, aunque no los trata como tales, sino como personitas: Mi trabajo consiste en preocuparme y responder de cada fotograma. Sé que en todo el mundo hay gente joven que, con los préstamos de la familia y sus propios ahorros, se compran su primera cámara y hacen sus primeros pinitos mientras sueñan con hacerse famosos y ganar una fortuna. De esos, unos pocos sueñan en descubrir QUÉ LES IMPORTA a ellos, QUÉ QUIEREN DECIRSE a sí mismos y a quien les quiera escuchar. Se preocupan. Y de entre éstos, unos pocos quieren hacer buenas películas.