"El segoviano" cumple cincuenta años

DYC, la marca que le descubrió al mundo que entre Segovia y Escocia las diferencias para el whisky son apenas un matiz, ha sobrepasado el medio siglo de vida. Lo cierto es que ahora mismo no se parece mucho a como era antes, pero su supervivencia es todo un mérito.

Foto: patoteam.iespana.es

El whisky DYC, el segoviano, el que te servían en un vaso de caña, como si fuera una cerveza o un café, como si fuera uno más de la familia. Ese whisky del cual nunca nadie ha sabido, ni falta que hacía, que su nombre es un acrónimo de Destilerías y Crianza de Whisky. El DYC de siempre, cumple cincuenta años y sin embargo parece que hubiera estado ahí toda la vida.

Durante este año se celebran los fastos del magno acontecimiento de su llegada al mundo con varias actividades. La primera de ellas, este mismo mes, ha sido la presentación de un libro en el que se cuenta su historia. ¿Pero cuál es la historia del DYC? Para mí su historia es la de los chupitos que se servían por millones en las barras de todos los bares de España antes de la invasión escocesa. La de la botella siempre medio llena que guardaba mi padre en el aparador. La de las decenas de curritos que llegaban a la barra del bar donde trabajaba yo mismo siendo un chaval y antes de irse al tajo te decían aquello de: “Ponme un DYC”. No un whisky, no. Un DYC.

Destilerías y Crianza del whisky fue fundada en 1959 por un empresario segoviano llamado Nicomedes García. Nicomedes viajó a Escocia, visitó las destilerías míticas que todavía hoy elaboran allí los mejores whiskies del mundo y entre los prados verdes de Speyside y las Highlands pensó en su tierra y se dijo: esto lo puedo hacer yo. Volvió a España, reunió a un par de socios, hizo que Franco cambiase las leyes para poder empezar a producir y se puso a ello, con la cebada de Segovia, con el agua del Eresma y transformando en destilería el viejo molino de su pueblo, que lleva el nombre del río, Palazuelos de Eresma.

Cincuenta años después DYC ha pasado por varias manos y hoy le pertenece a una empresa multinacional, Beam Global, filial española de la norteamericana Fortune Brands. Sigue siendo española porque se produce aquí, pero la marca ha perdido parte de su mítica hidalguía proletaria. Es el tercer whisky más vendido de su categoría, sólo por detrás de J&B y Ballantine's, pero ya no es el rey . Sus nuevos propietarios comercializan un nuevo DYC envejecido ocho años que está muy bien; sacaron el año pasado un Pure Malt –whisky elaborado únicamente a partir de cebada malteada, sin mezcla de otros granos como el maíz- que está todavía mejor. Pero DYC no era eso. No tenía por qué serlo.

Hoy la marca segoviana ha comenzado a comercializarse en India y todavía más recientemente ha traspasado las fronteras de China. ¿Quién se lo iba a decir a Nicomedes? ¿Quién se lo iba a decir a mi padre, cuando terminaba de comer el sábado y me decía aquello de “niño, acércame la botella de DYC”.