¿Qué sentido tiene el impuesto de  las Cámaras de Comercio y especialmente en tiempos de crisis?

Autónomos y empresas están obligados a pagar un impuesto anual a las Cámaras de Comercio en función de su actividades. Dicho impuesto, como todos, es ineludible, sin embargo los mayores contribuyentes de dicho impuesto, autónomos y pequeñas empresas, obtienen poco o ningún beneficio de las cámaras de comercio y llevan años pidiendo su supresión, es decir, la obligatoriedad de financiar a las Cámaras de Comercio por el hecho de ejercer una actividad económica sea cuál sea.

El PSOE incluyó en su programa electoral para las elecciones de 2004 la supresión de la obligatoriedad de este impuesto, pero ni en la primera legislatura ni en esta segunda lo ha cumplido. En estos tiempos de crisis, en que pequeñas empresas y autónomos son los más perjudicados, entre otras cosas por el endeudamiento a que están sometidos por no recibir el pago que a ellos mismo se les adeuda, principalmente por organismos públicos, uno se pregunta si es de recibo que las Cámaras de Comercio sigan exigiendo este impuesto a personas y empresas que maldita la falta que les hace la Cámara de Comercio.  Estamos hablando por ejemplo 2% del rendimiento íntegro de actividades empresariales para personas físicas. O sea que no es moco de pavo.  Que luego la Cámara de Comercio de Madrid se gaste ese dinero en regalar cestas de 1000€ supongo que a los que pagan ese impuesto les debe sentar bastante mal. Pequeñas empresas y autónomos no dudan en calificar este impuesto como "impuesto revolucionario" puesto que no obtienen nada a cambio de un pago cuyo sentido se les escapa, pero que no pueden evitar. Las actividades de la Cámara de Comercio van destinadas en su mayor parte a empresarios de otro nivel que aquellos que satisfacen religiosamente (es decir, por imperativo legal) la cuota cameral permanente. El autónomo que sigue luchando para salir adelante el contribuir con su dinero, sudosamente ganado, a las actividades de la Cámara le supone un agravio y una injusticia que tarde o temprano alguien tendrá que solucionar y hacer que contribuyan a la financiación de las Cámaras aquellos empresarios que lo deseen y que así las Cámaras funcionen de forma más efectiva para lograr el mayor apoyo (económico) empresarial y no obtenerlo porque sí.