En una sociedad bloqueada en la que todo el mundo es culpable, el único crimen es que te cojan. En un universo de ladrones, el único pecado definitivo es la estupidez Hunter S. Thompson
Asistimos impávidos, aburridos y hastiados a la ruidosa pirotecnia mediática provocada por el enésimo escándalo político. Corrupción, financiaciones ilegales, acusaciones, defensas, siglas de partidos, filtraciones, sumarios, blanqueos, desmentidos y demás nauseabunda ponzoña consustancial a tales casos.
Y, para nuestra desgracia, las jetas (empleo el término en sus dos acepciones más populares) de los políticos a todas horas y en todas partes.
- ¡Que nos dejen en paz! ¡Más fúrbol y más realitys, coño, que estos tíos nos aburren!- murmura el personal acodado en la barra del bar. Y casi estoy con ellos, sino fuera porque detesto la telebasura y er fúrbol me aburre cada día más.
Porque la historia ya nos la sabemos. La hemos oído muchas otras veces y la volveremos a oír otras tantas. Nos hemos vuelto insensibles a su repugnancia, como nos pasa con los cadáveres desventrados en guerras lejanas que nos sirven los telediarios a la hora de la cena.
Porque más allá de las siglas implicadas (perfectamente intercambiables, como la historia reciente nos ha confirmado), lo que subyace es la agria constatación de un desalentador axioma que nadie se atreve a pronunciar en los medios de mayor difusión; sean afines a los verdes, los azules o los morados. La casta política en su conjunto hace tiempo que huele a podrido. Años de canibalismo carroñero y darwiniana selección natural (en política, al parecer, los más aptos no son los mejores), nos la ha dejado, a la clase política, hecha unos hediondos zorros. Y no es que aspiráramos, populacho siempre iluso y distraído, a una república en clave platónica. Ni a una revisitación, puesta al día y con matices, del monarca siempre justo, sabio y ecuánime de Hobbes. En absoluto. Pero, esto... ¡Esto!
Ayuntamientos, autonomías, cabildos, gobierno estatal, comunidades de vecinos...Todo no parece sino la perfecta excusa, la coartada segura, desde la que montárselo, tío.
- Si tú estuvieras en su lugar, ¿no harías lo mismo? - dice uno, sentado en el taburete del fondo, tras ventilarse sin pestañear un moscatel rancio.
Chiringuitos inmobiliarios, clientelismo servil, pelotazos, comisiones varias y nepotismo, campan a sus anchas amparados en sellos oficiales y un supuesto, aunque prácticamente inexistente, servicio al pueblo Es la puesta al día de nuestro ancestral caciquismo, sólo que el casposo y altivo terrateniente ha devenido partido político más red de acólitos (pelotas, empresarios lameculos en busca de contratos, familiares, amantes y demás). Si antes debíamos agachar la cabeza ante el señor de turno si queríamos obtener favor o prebenda, ahora debemos tener el carné político del color adecuado o los contactos, previo soborno, pertinentes según en la taifa en la que discurra nuestra vulgar existencia.
Y el pueblo lo sabe, ¡vaya que si lo sabe! Lo comenta en cafeterías, andamios y mercados. Es lo que hay, dicen. El pueblo, al parecer, es muy estoico y aguanta lo que le echen, o eso deben pensar los cada vez más descarados políticos.
- Hombre, también hay algunos políticos honestos. Algunos que de verdad intentan hacer algo por la gente- me espeta un repartidor de refrescos, que se ha quedado a echar un cafelito tras terminar con su trajín de cajas.
Sí, puede ser. Pero, ¿por qué esos honestos acaban aceptando la cuota de deshonestidad inherente, al parecer, al ejercicio de la cosa pública? ¿Deja el honesto de serlo al mirar para otro lado? ¿Le indultan las buenas obras o le condena su posibilista complicidad por omisión?
Pero yo sueño... Sueño que nadie acudirá a la próxima cita con las urnas. Ni verdes, ni azules, ni morados. Qué les den. Sueño que todos los parias decidimos no pagar un impuesto más. Se acabó el derroche y el despilfarro, se acabó el atraco legal. Sueño que una mañana ningún currito atendemos la impertinente llamada del despertador, centinela enemigo en nuestra mesilla de noche, y nos quedamos en la cama, retozando como gatos perezosos. Sueño que todo el tinglado, claro, se desmorona y se va definitivamente al garete. Y, de repente, se produce el milagro. Los políticos se avergüenzan y caen en la cuenta. Recapacitan, nos piden perdón y pillan número todos en la cola del paro...Yo sueño.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Citar este verso de Machado no puede ser más ocurrente al hablar de Mariano Rajoy. Tras la renuncia de Zapatero y las voces que señalan que la estrategia popular podría verse dañada, es necesario preguntarse algo. ¿Ha hecho camino Rajoy? ¿Se ha preparado para ser presidente? Quizás la respuesta sorprenda.
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“Algunos luchamos por tener los pies en suelo.” Lo decía ayer en su Twitter Raül Romeva, uno de los cuatro eurodiputados españoles (Oriol Junqueras, de ERC, Ramon Tremosa, de CiU, Rosa Estarás del PP y él, de ICV) que apoyaron la enmienda para evitar que el presupuesto comunitario de 2012 contemple los vuelos en primera clase de los parlamentarios europeos. No era una excepción. Lo escribía ahí porque es lo que hace siempre: ser transparente.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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