Un periodista indeseable

Unos curiosos análisis psiquiátricos han llevado al Gobierno colombiano a una conclusión: los secuestrados por las FARC, una vez liberados, no deben comparecer ante los medios de comunicación. ¿El motivo? Según parece, la intención del Ejecutivo no es otras que salvaguardar su intimidad en el momento de reencontrarse con sus seres queridos. La propuesta no tendría mayor trascendencia de no ser porque, poco después de las liberaciones, el Gobierno de Álvaro Uribe acusó a los periodistas Holman Morris y Jorge Enrique Botero de "hacer apología al terrorismo" por tomar las declaraciones de los rehenes que, presuntamente "coaccionados por sus captores", se inclinanon hacia un canje humanitario con la guerrilla de las FARC.

Holman Morris, otro periodista señalado por el dedo acusador de Uribe

El pasado fin de semana, el mandatario colombiano, en vez de agradecer la labor de los mediadores en la liberación,  arremetía en contra uno de los miembros de 'Colombianos por la paz' (organización de la sociedad civil a favor del intercambio humanitario de los secuestrados).  Se trata del periodista y escritor Jorge Enrique Botero, que hizo la veces de garante durante la operación de rescate de los rehenes. "Incumplió las reglas del juego que había pactado con el comisionado de paz porque él no fue de garante, sino de publicista del terrorismo, y esto no se puede aceptar", señaló Uribe quien argumentó que "una cosa es la libertad de prensa y otra cosa es utilizar el carne de periodista para convertirse en publicista del terrorismo".

Publicidad del Terrorismo

Daniel Coronel, director de 'Noticias Uno' se refería al caso Holman Morris en su columna, preguntándose por qué los voceros del gobierno calificaron como un show mediático la presencia del periodista en el lugar de la liberación, pero en cambio no encontraron reparo en que los uniformados liberados hubieran sido llevados, a toda marcha, a la Casa de Nariño para ser mostrados junto al Presidente en una rueda de prensa en vivo y en directo.

En realidad, no es la primera vez que el presidente Álvaro Uribe estigmatiza a un periodista ante la opinión pública colombiana. Tampoco es la primera vez que señala a la profesión por criticarle o por hacer una simple mención a un posible acuerdo humanitario con las FARC. La reacción siempre es la misma. Para él, todo periodista que no está dispuesto a comulgar con ruedas de molino y repetir sin más los mensajes oficiales, es un "colaborador de la guerrilla". 

Lo más grave es que las acusaciones del Gobierno no se quedaron en señalar a los periodistas por hacer propaganda del terrorismo. Ese mismo día el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, acusaba a Holman Morris de tener vínculos directos con la guerrilla. Santos está convencido de que si conocía las coordenadas de la liberación y el Gobierno no, es porque la propia guerrilla lo había llevado hasta allí. Lo que no sabía el ministro es que dichas entrevistas no habían sido divulgadas, y que la presencia del periodista en el lugar donde se produjeron las liberaciones se debía a la grabación de un documental sobre el secuestro.

El propio Morris señalaba en una entrevista en la emisora 'La W', poco después de las acusaciones, que lo que se "está planteando de fondo" a los periodistas colombianos, es que hay que "pedirle permiso al Gobierno" para ir a las zonas de conflicto o para entrevistar a guerrilleros y añade que  "lo que le molesta al Ministro de Defensa es que en este país haya periodistas, senadores o lideres de opinión que estemos hablando de paz. Y para ello necesitamos el reconocimiento de que hay un conflicto armado en este país".

El presentador de las noticias del Canal Caracol, Jorge Alfredo Vargas, cree que la objetividad en el periodismo no existe, en clara referencia a la política de comunicación de su canal. Sin embargo, Daniel Coronel no se corta al señalar el servilismo de algunos colegas que cubren la sede presidencial y que "se acostumbraron a ganarse la vida como soportes de micrófonos".  Según él, "con muy escaso esfuerzo intelectual transmiten lo que les dicen, sin cuestionar nada, como si se tratara de una verdad revelada".

Parece claro que la estrategia del Gobierno es, no solo que las FARC no tengan repercusión mediática o que los medios hablen de un eventual proceso de paz, sino evitar a toda costa que el grupo guerrillero obtenga un reconocimiento político. El tema de fondo es si los medios de comunicación en Colombia blindan al presidente y su Gobierno. No se explica si no cómo Álvaro Uribe aparece en las encuestas con un 80%  de apoyo popular a pesar de los escándalos de derechos humanos y su oposición directa al dialogo para terminar con la guerra.