Me patrocino con tu dinero

Hace poco se publicaba en la prensa la polémica con una actuación de Woody Allen (muy de moda, parece ser que es el único clarinetista que queda en el mundo) en la que solo se vendieron la mitad de entradas ya que la otra mitad sirvió para atender compromisos de los patrocinadores.

Es decir, el político de turno (no me meto con el patrocinio privado) decide a veces con criterios subjetivos patrocinar un evento, supuestamente a favor de la cultura y del disfrute de la misma por parte de los contribuyentes dándose la paradoja de que normalmente el político, su familia, sus compañeros de trabajo, de partido, funcionarios allegados, amigos y amigos de amigos acabarán yendo al evento de marras por la cara, mejor dicho por la cara dura del político y el contribuyente acabará yendo o no, pero siempre será pagando su entrada y la de los amigos del político.

Pero lo que no se sabe es que en muchas ocasiones los espectáculos acaban siendo muy poco rentables por no decir en algún caso desastrosos solo por las exigencias de entradas que hay que satisfacer a los políticos.

En muchos casos la cantidad de entradas es tan abusiva (puede llegar al 30% 40% del aforo) que lo que  aparentemente es una subvención se convierte en una compra masiva de entradas que al final solo sirven para que unos pocos vayan a ver espectáculos que de otra forma jamás acudirían a ver pagando

Personalmente por mi trabajo me he hartado de ver conciertos de Jazz con políticos en las primeras filas con cara de poker o con cara de no entender nada de lo que ocurre sobre el escenario, para al día siguiente podrán decirles a sus  amigos que vieron a Keith Jarrett aunque el día anterior no supieran quien era, con el cosquilleo en la barriga de que encima han ido por la cara.

¿Es legítimo que un ayuntamiento exija un número de entradas que acabarán disfrutando unos pocos privilegiados? ¿Es aceptable que se reserven las primeras filas para autoridades? Todo es un mar de preguntas, excepto para el político, ellos siempre lo tienen claro  ¿no?