El día que un español protagonizó la NBA

Todo aquel que viera ayer el fantástico Boston Celtics – Los Ángeles Lakers quedaría maravillado por el espectáculo. Faltó en ocasiones el buen baloncesto, de defensa y ataque brillantes, de tapones y lanzamientos en suspensión, de batallas tácticas en la zona. A cambio se vivió una gran intensidad en cada segundo de partido, estuviera quien estuviera en el parquet. Se vivió un partido con sensación de trascendencia, de partido definitorio para toda una temporada. Todo aquel español que viera ayer el fantástico Boston Celtics – Los Ángeles Lakers, además, quedó con cierta alegría interna y patria porque, por una vez -seguramente por primera vez-, un español fue decisivo en la NBA.

Pau Gasol machaca para convertirse en figura. Foto: Yahoo!

Y es que ayer Pau Gasol dio un paso más allá. Ayer jugó el Gasol de las grandes ocasiones, el Gasol de la selección, el de la pujanza en Memphis y el de la ilusión primigenia por jugar en una de las mayores y mejores franquicias de la NBA. El catalán estaba desbordado por la tensión y la euforia, y con estos dos sentimientos como compañía tomó la responsabilidad en su equipo. De alguna manera, también, adquirió un rol de jugador franquicia secundario que hasta ahora se había negado...

Faltaban 2.57 para el final del encuentro, y los Celtics habían conseguido empatar ante unos Lakers tal vez algo atenazados después de jugar un buen partido y no haber puesto tierra de por medio con los grandes favoritos a todo esta temporada. Faltaban 2.57 y sobraba la sensación de que Phil Jackson, el equipo, se iba a limitar a entregarle la bola al enorme Kobe Bryant y esperar que éste resolviera la papeleta. Se iba a repetir la misma jugada que en los últimos encuentros, ésa que había instalado a los Lakers en las dudas. Sin embargo, aunque el balón fue en principio para Bryant, salió de las manos de éste hacia las de Gasol; el que antes era conocido como “ala-pívot de Sant Boi” (ahora tal vez sea mejor definirlo como “power forward”, sin más) se levantó y anotó.

Pum.

Pum para Garnett, que le había dejado en evidencia pocos minutos antes con un tremendo robo, después con un alley-oop y posterior celebración con Rajon Rondo que sonó a burla para Gasol. Pum también para los que acusan -acusamos- al catalán de haberse acomodado, de no dar el 100% en muchos partidos.

Después, de nuevo, Bryant penetra y abre para Gasol. Pum.

Pum para las dudas sobre el triunfo de los Lakers, y también para las dudas sobre los propios Lakers, que veían como se erguía un nuevo jugador capaz de decidir en los momentos clave. Un jugador que aplasta esas dudas sobre el tierno Bynum, tal vez un center insuficiente para un equipo tan grande por mucho que el propio Gasol esté ahí para hacer las funciones de vez en cuando.

Después de este pensamiento, sin embargo, viene la réplica. Canasta de Garnett, que tira a remolque de los Celtics desde mediado el partido. Y se reabren las dudas. Se abren las dudas en torno a por qué Lamar Odom y Trevor Ariza son tan sumamente buenos desde el banquillo y, sin embargo, Phil Jackson prefiere a dos medianías como Walton ó Radmanovic para abrir el encuentro como “point forwards” titulares. En torno a quién va a ser el organizador suplente del juego de los Lakers ahora que no está Farmar, que Vujacic no es suficiente como base, que Sun Yue es una broma y que de los tres candidatos a reforzar el puesto -Pargo, Lue, Marbury- ninguno sirve por cuanto dos -Pargo y Marbury- juegan para ellos y no para el equipo y otro -Lue- está demasiado viejo.

Pum. Ha vuelto a pasar, Bryant ha penetrado y ha abierto para Gasol, que encima saca un 2+1 gracias a un infantil Paul Pierce. Pum.

Entonces, aunque uno siga dándole vueltas a la cabeza, Gasol se las quita del todo con un tapón antológico sobre Ray Allen. No por el tapón en sí, sino por la lucha que después repite con otro 'verde' que intentaba lanzar un triple. Entonces uno resuelve que lo que le ha faltado hasta ahora (desde el año pasado) a Pau para ser un buen jugador franquicia, y a Lakers para hacerse con el anillo, es el espíritu de lucha que haga al catalán inasequible al desaliento y ganador a ojos de sus compañeros, que verán en él una opción de canasta siempre.

Tal vez ahora empiece una nueva temporada para Gasol y los Lakers, una temporada de victoria. Para ello, sin embargo, hace falta seguir el camino de ayer frente a Boston, y seguro que no será fácil.