Los perros y gatos, más importantes que los seres humanos

Hace tiempo que vengo reflexionando una idea, y los hechos me dan la razón. Muchas personas hacen labores y dedican tiempo, dinero y esfuerzo por sus animales domésticos en unos niveles que no pondrían nunca al servicio de otros seres humanos. Ni siquiera con los de su familia. Conozco situaciones en las que una persona ha ingresado a su padre anciano en una residencia porque es molesto cambiarle el pañal, y sin embargo no tiene reparos en mostrar su civismo llevándose bolsas de plástico a la calle para recoger los excrementos que deja su perro en la calle.

La cultura individualista de nuestros días llega a cotas tan insospechadas como esta. El protagonismo que están tomando estos animalillos domésticos es ya exagerado. No hacía mucho leía una estadística que decía que con el dinero que nos gastamos los españoles en alimentar perros y gatos, se acabaría de manera inmediata con el hambre en varios países de África.

No sólo se trata de cuantificar y dedicar recursos económicos a una u otra cuestión, sino de la cultura que se genera con ese tipo de actitudes. El hecho de que se ingresen a ancianos en residencias para "quitar problemas" en las familias y después, estas mismas familias, se desvivan por limpiar los excrementos o alimentar a sus mascotas, da claras muestras de la catadura moral que está adquiriendo esta sociedad.

Una sociedad que, como no, aprovecha el filón de las mascotas en el plano económico a más no poder. No son raras ya las tiendas para perros, con todos sus complementos, últiles para alimentación e higiene, o servicios de peluquería. Pero es que también ahora se están creando negocios de alto standing para perros. Es decir, si quieres darle un toque de distinción a tu mascota, ya hay tiendas de lujo. Por ejemplo, en Marbella

Y en esta tarea de poner por delante de los humanos a las mascotas no podían faltar los medios de comunicación. Como proliferan los programas de televisión y reportajes en revistas de cómo hacer la vida mejor a tu mascota. Y aparecen personas y familias, muy preocupadas por las actitudes que ha tomado su perro, por lo que le ha pasado en los últimos días.

"Es que mi Boby ya no es el mismo", decía una mujer entre lloros en una entrega de "El Encantador de perros", uno de esos grandes programas formativos de nuestra parrilla televisiva. O el gran Sánchez Dragó, ese intelectual de los pies a la cabeza de nuestro país, que fue entrevistado hace poco y se le escuchaba una voz apesadumbrada, diciendo que "era el peor día de su vida, que nunca lo había pasado tan mal", porque había perdido a su gatito. Espectacular.

Si nuestra cultura está generando que a los perros, gatos y mascotas domésticas en general se les preste más atención que a nuestros ancianos, parados o niños, mal vamos. Si nuestros mayores o niños quedan atrás, imaginad a los hambrientos del Tercer Mundo o a los niños esclavos.

Y con esto no quiero que se me echen encima las protectoras de animales y asociaciones por el estilo. Yo también pienso que el respeto al animal es importante, pero la cultura que genera es deprimente.