Grand Theft Auto IV, Niko Bellic y sus promesas del este

Desde Metal Gear Solid no había estado tan ansioso por adquirir un videojuego, aunque el GTA: San Andreas también lo compré el día de su estreno. El GTA IV irrumpió como un torbellino en mi perturbada mente. Ver a Niko Bellic (con un parecido asombroso al Duque de Sin tetas no hay paraiso por cierto) desfilar por las televisiones nacionales despertó en mi una pasión olvidada. No aguanté ni tres horas sin comprármelo.

Niko Bellic, ciberpersonaje del año

Es difícil describir la sensación religiosa los instantes antes de activar el juego. Prepare el nido como un santuario, cerré todos mis asuntos con premura, conecté el cable HDMI sufriendo por cada contratiempo. Estaba muy nervioso, más aún con el tiempo de carga largo y pesado del juego para instalarse en la Play3. Le di al botón start, apareció el logo sagrado de Rockstar.... y entonces ocurrió el milagro.

Yo no se si es el juego perfecto. Todavía no lo se. Pero va camino de serlo. Técnicamente, conceptualmente, lúdicamente.... no hay expectativa que no colme. Ninguna, en serio. Si San Andreas era rematadamente bueno, de lo mejor para la Playstation 2, GTA IV es de lo mejor que ha existido, existe y existirá en la historia de las videoconsolas. Los Grand Theft Auto revolucionario, o más bien crearon, un nuevo tipo de juegos (como hizo Resident Evil y MGS por ejemplo) y en cada entrega suben el listón a límites imposibles de alcanzar.

Pero tras la hoja de méritos del juego, que podéis ver en cualquier revista especializada, hay varias reflexiones de gran importancia. La primera es la importancia de la industria del videojuego en el mundo del ocio. Por mucho que quieran ignorarlo los marcianitos ya son historia, como lo es el blanco y negro en TV. Los videojuegos se han convertido en una forma de expresión por derecho propio.Y si su condición artística no fuese suficiente, su condición económica (calculen ustedes, 9.5 millones de copias a 70 euros cada una) los convierte en una potencia a tener en cuenta. Ahora hablamos de estrenos mundiales, de campañas coordinadas y de retrasos de otro tipo de estrenos, como las pelíuclas, para que el impacto no coincida. Que protesten los padres.

También hay que alabar a los creadores de este juego, Rockstar, que, desde el anonimato de una compañía, están creando un tremendo impacto en el mundo. Asi de simple. No son Spielbergs o los hermanos Wachowski, pero casi. Una loa al trabajo en equipo donde cada parte forma parte de un engranaje mayor que da a luz una obra maestra. No sólo estas compañías, sino todas. El arte total se nos presenta en su magnitud. Ni la ópera, diseñada por un autor, alcanza esta categoría.

Y finalmente, en el plano del propio sector, Grand Theft Auto supone un espaldarazo a los jugadores clásicos que, como yo, se han visto desplazados por los insulsos juegos sociales como la Wii o que no comulgamos con el multijugador o los online masivos. Sin quedarse apartado de estas nuevas tendencias, un modo online potente y servicios y espacios propios en la red, no deja de ser un juego para que nos sentemos en la oscuridad echándole horas. Como mucho jugar dos pasándonos el mando como viene ocurriendo desde los tiempos de Mario Bros.

El juego protagonizado por Niko Bellic, estrella mediática sin par, honra todas las virtudes de los videojuegos. Un homenaje claro y verdadero al espacio propio que ocupan en el mundo. Y una promesa de un futuro cada vez mejor y más verdadero donde las últimas lacras que porta el sector se desintegren ante la realidad.

Y la realidad es que los que jugamos a la NES con ocho años seguimos jugando a la Play con 30. Pese a quien pese el futuro pasa por el ocio electrónico. Y que ladren lo que quieran las asociaciones de padres. Niko Bellic se ocupará de ellos.