Espinete es israelita

Sin duda alguna uno de los iconos más relevantes de la infancia española de lás últimas décadas es Espinete. Este divertido puercoespín rosado fue creado por Kermit Love, marionetista que falleció este año, quien originalmente no lo ideó para España, sino ¡para Israel!

Espinete, con su inseparable amigo Don Pimpón

La corrección política nos impide decir a las claras un pensamiento común sobre lo habitantes de Israel: no suelen caer muy bien. No hay que buscar implicaciones religiosas, raciales o incluso culturales para esta hostilidad. Simplemente caen mal, y punto.

Y ahora, ¿qué ocurriría si se dice que uno de los iconos más significativos de nuestra generación es israelita? Si amigos, Espinete, el erizo gigante, rosa y naturista, estaba destinado al país que se encuentra al otro lado del Mar Mediterráneo. Antes de que los francotiradores enviados por los progresistas defensores de la Memoria Histórica se lancen a abatirme, os voy a contar la historia de este puercoespín que sólo se vestía para dormir.

Resulta que existía una señor llamado Kermit Love, fallecido este año. Este señor, de aspecto sospechosamente parecido a Santa Claus o San Nicolás, se dedicaba a diseñar marionetas y perfeccionó la técnica de la gomaespuma. El resultado de esta perfección fue la creación, junto a Jim Henson, de todo el universo de Barrio Sésamo y de otras figuras entrañables como Mimosín. Ante el éxito de la serie a nivel mundial, pero el fracaso de Caponata (alias Big Bird) como icono en muchos países, las productoras empezaron a demandar marionetas para la producción nacional. Evidentemente Kermit (que comparte nombre original con la rana Gustavo, su hijo) se vio saturado. Pero feliz se puso manos a la obra.

España pidió un bichejo para su Barrio Sésamo, que en principio iba a ser un águila, vaya usted a saber por qué. Pero por avatares del destino resulta que Israel canceló el programa en su país, y el bueno de Kermit se comió con patatas el muñeco que había diseñado. Ni corto ni perezoso embaló al bicho y lo envió a España.

Cuando los productores de televisión abrieron la caja procedente de Estados Unidos descubrieron un erizo gigante y rosa. Espinete había llegado a España. De rebote si, pero había llegado. De esta manera uno de los símbolos nacionales de Israel (es puercoespin es uno de sus iconos) acabó siendo una de las referencias nacionales de nuestra querida España. Eso sí, en rosa. Y con un nombre simpático.

¿Qué nos dice esta historia?

Pues que las divergencias sociales, ideológicas y de carácter de las naciones, los odios y aversiones, los crímenes de guerra, las matanzas y todo lo que separa Israel y España se vinieron abajo a través de un símbolo tan sencillo como un muñeco infantil. Un maldito muñeco infantil nos enseña que en el fondo todos somos iguales. Seguro que Espinete hubiese triunfado en todos los países del mundo y los infantes lo hubiesen adorado con vehemencia allá donde menease sus prietas púas. Americano, israelita o español. Es irrelevante. Espinete es un símbolo de nuestra humanidad compartida a través de la ilusión de los niños. Espinete es un puente.

Otra cosa que podemos deducir es que la Gallina Caponata apesta.