Los últimos movimientos de Lukoil sobre Repsol hacen que reflexionemos sobre las posiciones que se toman desde los gobiernos según beneficie o perjudique sus intereses particulares. El libre mercado vale, pero sólo a veces.
Recuerdo hace unos meses cuando un tal Evo Morales se alzó como presidente de la República de Bolivia. Además de por su vestimenta, absolutamente normal y alejada de los Armani y las limusinas de otros presidentes, Evo Morales saltó al estrellato internacional por su decisión de nacionalizar los hidrocarburos, desplegando incluso contingentes militares sobre instalaciones petroleras y gasolineras. Cumplía de ésa manera sus promesas electorales.
El objetivo de Evo Morales no era otro que obligar a que las empresas que explotaran los yacimientos fueran empresas mixas en las que YPFB tuviera al menos un 51% del capital. Dichas empresas tendrían que entregar la producción a esa empresa pública para que ésta se encargara de la comercialización: definiendo las condiciones, volúmenes y precios tanto para el mercado interno como para la exportación y la industrialización. Bolivia se quedaba con el 82% de los ingresos y las petroleras con el 18% restante. Y aquí se produjo el lío padre.
Numerosos mandatarios políticos criticaron la medida puesto que atentaba contra la libertad de mercado y perjudicaba algunos intereses propios y ajenos. En España no gustó la operación por el despliegue que Repsol mantiene en la zona. Algunos tacharon la medida del presidente de Bolivia como un 'intervencionismo desproporcionado y poco digno del siglo XXI".
Después de varios meses en España vivimos en directo la OPA lanzada sobre Endesa por numerosas empresas, entre las que destacaba la alemana E.ON. La oposición y el propio gobierno se posicionaron en contra de dicha adquisición puesto que hacía peligrar, o al menos eso decían, la 'españolización' de una eléctrica fundamental en el sector energético español. Nadie quería que una empresa alemana se hiciera con el control de la eléctrica española porque perjudicaba nuestros propios intereses. Y se volcaron y multiplicaron los esfuerzos para evitarlo.
Es decir, en Bolivia veíamos mal que un presidente apostara por garantizar sus intereses propios y le tachábamos de 'intervencionista' pero, cuando hablamos de nosotros, sí se justifica cualquier esfuerzo para tratar de mantener el sello nacional de nuestras principales empresas de sectores importantes. No olvidemos que finalmente la OPA de E.ON se saldó con la entrada de la italiana Enel junto con Acciona, quienes finalmente se hicieran con Endesa. Enel no sólo no es una empresa española sino que es una empresa púbica italiana, ligada con Berlusconi. Manda huevos, que diría aquél.
Y ahora la misma historia con Repsol y la rusa Lukoil. Algunos aplican el libre mercado sólo en pro de sus propios intereses, y eso consiste en no aceptar las reglas del juego.
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Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.
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Son los cien primeros, como podrían ser doscientos o diez. Lo importante es el concepto. La idea de tener unos días para llevar a cabo la transición desde la oposición al gobierno. Del banquillo, a llevar el dorsal titular. Nunca tendremos una segunda oportunidad de crear una buena primera impresión. Y los cien primeros días son esa primera impresión. Veamos su importancia.
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“Os propongo que sea el Comité Federal, en la próxima reunión que tengamos, después de las elecciones autonómicas y municipales, el que fije el momento de activar el proceso de primarias previsto en los Estatutos del partido para elegir nuestra candidatura a las próximas elecciones generales.” De esta manera, Zapatero ha puesto las primarias en el punto de mira tras anunciar que no será candidato a la reelección. Tras este anuncio, observamos algunas reflexiones sobre el proceso
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