El apresurado cierre de "La Riviera" muestra las carencias de Madrid

La clausura provisional de la" Sala La Riviera" de Madrid, consecuencia directa de la trágica muerte del joven Alvaro Ussía, deja sin escenario a grupos  previstos para final de año y vuelve a reflejar la incapacidad de la capital para alojar conciertos de aforo intermedio.

El Ayuntamiento de Madrid,  guiado por los tristes acontecimientos del pasado día 19 -aunque de forma tardía, como es costumbre-, ha decidido poner cierre a la Sala La Riviera en base a una serie de denuncias fundamentadas en la falta de licencia del local para actuar como discoteca.

En los últimos dos años, las denuncias vecinales superaban las 140, debido a los molestias que provocaba el ruido ocasionado por el funcionamiento irregular de la sala como discoteca, y no como sala de conciertos, licencia que el local sí posee desde 1964, junto a la de cafetería y restaurante.

Este cierre repentino, además de afectar a gran cantidad de grupos y músicos con fechas inmediatas para actuar en la capital -como es el caso de los catalanes Sidonie, con concierto programado la misma noche del cierre, o de Ivan Ferreiro, anunciado el 29 de este mes- supone la desaparición en Madrid de lugares con un aforo medio (la Riviera presenta un aforo de 2500 personas, superado gran parte de las veces) que permita a determinados grupos, incapaces de llenar grandes pabellones, tener un lugar apropiado que no les empuje a salas de menor capacidad (la de mayor aforo restante es la Joy Eslava, que no supera los 1000).

La decisión en que coloca a determinadas grupos -sobretodo de carácter internacional- esta situación, a la hora de visitar la capital, viéndose abocados a tocar en salas reducidas en caso de no arrastrar a decenas de miles de personas; supondrá en muchos casos el rechazo de las bandas a visitar la ciudad, complicando cada vez más la posibilidad de albergar conciertos de cierta entidad en Madrid ( no olvidemos que La Riviera tenía programados a grupos de la talla de Kaiser Chiefs, Kings of Lion, etc., que tendrán que buscar otro lugar).

El local, por su parte, no ha tardado en emitir un comunicado oficial quejándose de la premura con que ha actuado el Ayuntamiento, con los consiguientes perjuicios ocasionados tanto para la propia sala como para los usuarios.

En conclusión, el cierre, aunque justo y merecido, indudablemente empujado por los acontecimientos, supone dejar a Madrid sin un lugar mítico en la noche musical madrileña, así como carente de salas de aforo superior a 1000 personas. Esperemos que esta clausura suponga la apertura de nuevos establecimientos adecuados, que planteen una alternativa de caracter medio, o corremos el grave riesgo de perder Madrid como lugar de paso de grupos de talla internacional.