Según muchas estadísticas la Universidad Complutense de Madrid se sitúa como una de las mejores Universidades públicas de España. No será por sus instalaciones ni tampoco por el 'estilo' que tiene a la hora de mínimos detalles.
En éstos días de comienzo de curso los que están a un paso de licenciarse, o diplomarse, se enfrentan a diversas empresas fotográficas para hacer frente a la preciada orla. Diferentes 'ofertas' plagan tablones de anuncios y llenan pizarras vacías. Desde luego que es el auténtico business.
Pongamos que hablo de Madrid (citando a Sabina) y que me refiero, por ejemplo, a la Facultad de Ciencias de la Información. El estudiante empieza a revolotear de un lado a otro hasta que se da cuenta que la UCM no quiere saber absolutamente nada de sus estudiantes que están a punto de licenciarse. Ellos ya han cobrado sus tasas de secretaría y sus cuantiosas matrículas; y como el año que viene supuestamente no volverás por allí con tus hojas de liquidación no mereces ninguna atención. El acto de graduación, aunque parezca mentira, depende de ti. La Universidad Complutense 'pasa' de ti.
En teoría debería de ser la propia universidad la que organizara un acto digno de graduación. Para la Complutense debería ser un orgullo poder licenciar a sus alumnos y agradecer su paso por sus viejas y obsoletas (en el sentido literal) instalaciones. En el caso de Ciencias de la Información hay auténticas reliquias de museo, profesores incluidos.
Cuando el alumno está a punto de solucionar el tema de la orla surge la ruindad de una Universidad venida a menos con el tiempo. La empresa fotográfica te ofrece el 'chollo' del siglo y te oferta la banda/beca que tendrás que lucir en el acto privado de graduación (organizado por los propios estudiantes y del que la UCM pertenece ajeno) al precio de 10 euros. Te advierten, además, de que si no la compras en éste instante de noviembre estás perdiendo dinero porque en junio valdrá aproximadamente el doble. Nada que decir en relación al 'chollo', porque al fin y al cabo son una empresa fotográfica y ponen los precios que quieren. Lo que ocurre es que aunque la pagas no te la llevas. ¿Por qué? Muy sencillo.
El día del acto de graduación (organizado por los propios estudiantes y del que la UCM pertenece ajeno) nombran al alumno y sale, entre aplausos de la multitud, para que alguien (en nombre de la UCM) te coloque con precisión dicha banda/beca. El Decano de turno, nada más ni nada menos. Se simula que la Universidad Complutense se complace de poder 'graduar' al que hasta ése momento fue alumno suyo. ¿Se puede tener tanta cara dura? Ya no esperaba que se hiciera lo que se viene haciendo en cualquier universidad perdida en el mundo, un acto digno de una licenciatura organizado con orgullo por la propia universidad, pero qué menos que sea ésta la que se encargue de comprar la propia banda/beca como 'regalo' y detalle hacia el alumno. La Universidad Complutense debería estar orgullosa que alguien la haya elegido para cursar sus estudios y para encomendar la difícil tarea de formación. Lo que el alumno sea en el futuro se lo debe, en buena parte, a la propia universidad. En éste caso queda claro que no, que la Universidad Complutense sólo entiende de liquidaciones de matrícula y de ampliación de créditos. Todo lo que no sean euros, que se encarguen otros.
En éstos días de encierros permanentes en protesta por Bolonia creo que aspiramos a demasiado. Para afrontar los grandes temas primero hay que resolver los más pequeños. Y detalles como la orla o como la banda/beca son los del día a día y los que marcan al estudiante y a la persona. Mientras miramos para Bolonia, sin saber muy bien qué ocurrirá, seguimos sufriendo (y la palabra es perfecta) planes de estudio obsoletos y teóricos que no sirven absolutamente para nada. Sin ser todavía licenciado me bastaría, aproximadamente, media hora para hacer un borrador que albergara el un plan de estudios más bonito de Periodismo en Ciencias de la Información; una carrera que podría ser maravillosa y diferente a las demás pero que hoy por hoy no es más que un contenedor de basura que nos hace perder el tiempo a los que, en teoría, mañana estaremos en el cuarto poder. El nivel de desarrollo de un país se mide por la calidad y la libertad de sus medios.
En 5 años hemos dedicado infinitas e infumables horas a estudiar teorías del siglo XV y fenómenos del XVI; hemos hecho decenas de exámenes empapando autores y 'pajas' mentales varias. No más de 5 minutos se han dedicado a titular, a tratar la información o a reflexionar sobre lo que hoy ocurre. La falta de planificación y de ingenio por parte de muchos profesores haces que en el primer curso sigas 'atontado' por el bachiller; que en segundo curso recibas alguna asignatura suelta que hace referencia al periodismo y te motives al máximo para llegar a tercer curso y pensar que 'algo' va mal, que no terminas de estar satisfecho con lo que has 'aprendido' en el ecuador de una licenciatura. Entonces pasas a cuarto curso y es donde, de verdad, crees que no le estás sacando ni un 1% a una carrera que podría ser infinitamente mejor. Y cuando llegas a quinto curso, último de la licenciatura, es cuando confirmas lo que empezaste a pensar en tercero.
Entonces entiendes por qué Massiel puede entrevistar a un personaje político en TeleCinco hace dos semanas.
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