El juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, no deja indiferente a nadie. Algunos lo tachan de 'juez estrella' y otros de 'juez ejemplar'. ¿Quiénes están equivocados? Posiblemente ni unos ni otros.
Apenas unas semanas después de levantar su penúltima polémica, Garzón decide inhibirse de la causa que trataba de investigar desapariciones en la guerra civil y evita así abrir un proceso penal sobre los máximos mandatarios del franquismo, a los que se les hubiera podido acusar de genocidio. Al final la lógica se ha impuesto, ya que era prácticamente imposible - si no inútil- procesar a dichos dirigentes ya que la inmensa mayoria están en el más allá, y los que siguen rondan los 90 años y por tanto no cuentan para ir a la cárcel. No hay que olvidar que las responsabilidades penales no pueden heredarse. Ahora bien, que sea lógico 'jurídicamente' no quiere decir que sea correcto 'moralmente'.
Nadie sabe por qué Baltasar Garzón no se inhibió desde el primer momento de la causa sabiendo que éste sería el único fin posible. Los que sostengan que su señoría sólo busca fama, pensarán que no ha sido más que otro capítulo aberrante en la trayectoria de un juez que únicamente quiere fama y prestigio personal; en cambio, los que creen que el juez de la Audiencia Nacional trabaja por y para los ciudadanos aún sabiendo las críticas que algunos casos pueden depararle, calificarán sus actos como valientes y ejemplares. Y tal vez ambos tengan su parte de razón.
No me cabe duda que Baltasar Garzón es un profesional peculiar por los casos que ha llevado a lo largo de su trayectoria. El caso Pinochet, la Operación Cóndor, Silvio Berlusconi o Jesús Gil, el terrorismo de Estado durante los años de Barrionuevo o las acciones contra el entorno de ETA... entre otras muchas, han sido sus investigaciones y sus acciones judiciales como juez de la Audiencia Nacional. Y que, dada la total trascendencia de los casos que ha llevado sus acciones siempre sean miradas con lupa. Además de levantar mucho recelo entre numerosos profesionales de la justicia, y debido a las relaciones políticas que tienen los casos que ha tenido en su despacho, también es cuestionado continuamente por parte de algunos medios de comunicación. Por todo ello, Garzón sabe que lo que hace no pasará desapercibido. Él sabe la importancia que tiene dentro del poder judicial español. Pero, ¿eso es malo?.
Durante mucho tiempo nos han vendido que sí, que los llamados 'jueces estrella' lejos de beneficiar los procesos jurídicos perjudican a los mismos por el entorno y la atmósfera que se crea. Un juez no es un cargo cualquiera, es una autoridad. Y como tal, sus condiciones también deberían ser peculiares. La valentía, la osadía y la rigurosidad son fundamentales en la labor de la judicatura y Baltasar Garzón reúne cada una de ellas.
Como decía, Garzón sabía desde el primer momento que debía inhibirse de la causa del franquismo por la imposibilidad de juzgar penalmente a los autores de tanta muerte y barbarie. Pero sin embargo él decidió, sabiendo también las críticas que recibiría, estudiar el caso detenidamente. ¿Por qué? Estoy convencido de que en parte él sabía que su talla de juez y su reputación personal no podían ser ajenos a algo tan nacional como la guerra civil y el posterior franquismo, y sabía que sería portada en todos los periódicos. Como así fue. Ahora, también pienso que a él le hubiera gustado juzgar a los responsables penales del franquismo y que, por eso, no decidió decir "no" rápidamente sino que quiso crear debate. Él no quiere que la ley de memoria histórica sea una mera declaración de intereses y que, aunque no sea penalmente, se juzgue el capítulo de la guerra civil y del franquismo como cree que se merece.
Si el juez Garzón hubiera dicho "no" en el primer momento, no se hubiera extendido por los hogares a la hora del telediario la idea de que hay miles de muertos cuyas familias no pueden llorar en paz; si hubiera dicho "no" en el primer momento, no se hubiera discutido en los bares a la hora del vermut que lo que aquí ocurrió en España fue una guerra civil y una posterior pos guerra que no conviene ovlidar. No por rencor y como revancha, todo lo contrario. No debe olvidarse para saber qué puede pasar cualquier día si no respetamos a los que no piensan como nosotros; ése, no sé si según Garzón pero sí según lo que pienso, es el mejor homenaje que podemos hacer a todos los que desgraciadamente derramaron su sangre por toda España.
Y puede que crear ese debate y contribuir a que poco a poco en este país se pueda hablar del pasado sin discutir, hubiera sido el fin último del juez Baltasar Garzón. Quíen lo sabe: él ha salido en la portada de los periódicos pero también ha creado el debate. Por eso decía lo de que puede que unos y otros tengan razón.
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