Esto no es el humor

¿Hasta cuándo van a tener gracia los chistes sobre la foto de las Azores?

Aznar, boli, tetas= Marta Nebot

- Quequé: ¿Cómo viste las elecciones americanas?

- Un actor imitando a Boris Izaguirre: ¡Pues cómo las voy a ver! ¡Por la tele!

He tratado de ver un programa entero de Estas no son las noticias y no he sido capaz. Intuyo que debe ser algo parecido a lo que siente la gran mayor parte de la audiencia, pues esta novedad de Cuatro no la ve ni el Tato.

No es gratuito que utilice esta frase que hizo famosa Mariano Rajoy en el 2004 cuando quiso evidenciar la escasa presencia de dirigentes en una Cumbre Iberoamericana, pues el programa que perpetra Quequé parece basarse sólo y exclusivamente en repetir una y otra vez, hasta la saciedad, las tres o cuatro coletillas y tópicos varios que la derecha española nos ha regalado en la última década. ¡Manda huevos!

El resto del programa no es más que una sucesión de chistes malos, zafios, gruesos, y, lo que es aún peor que todo lo anterior junto y multiplicado por n, blancos.

Vivimos bajo la amenaza del humor blanco, inmaculado, políticamente correcto hasta extremos insospechados, un humor que entiende todo el mundo y no hace daño a nadie, y con nadie no me refiero a discapacitados, negros, viejos, gordos o taxistas, sino a las minorías sociales realmente intocables: los banqueros, los políticos, los accionistas de las cadenas y las empresas que se publicitan en ellas.

En El Intermedio, de La Sexta, por ejemplo, se emite esporádicamente un miniespacio donde se critican los tópicos que promueve la publicidad... ¡de cuando la televisión era en blanco y negro! Claro, cualquiera puede imaginarse el cabreo de las marcas si lo que se insinuara en el programa es que actualmente la publicidad promueve comportamientos tan machistas, racistas, clasistas, homófobos y carcas como en los 70.

Estas no son las noticias no es el único caso, pero si el más sangrante. Están también ahí El Hormiguero, CQC, Buenafuente, El Intermedio (quizá el programa más injustamente citado aquí) o incluso Salvados, formatos blancos y gurús del humor con rodilleras, curtidos todos ellos en los años de apogeo de la derecha, cuando el humor era lo que tiene que ser: el vehículo para denunciar y hacer más patentes los excesos y defectos de los gobiernos desnortados.

Pero se acabó esa etapa y con ella quedaron obsoletos la reconquista de Perejil, el pitbull y la foto de las Azores. Cinco años de gobierno socialista después, y con un abismo socio-económico a nuestros pies... ¿a qué se dedican estos formatos y estos humoristas ahora? ¡Qué incisivos y corrosivos eran entonces! ¡Y qué paliduchos se les ve ahora!

Estas no son las noticias envía a cada acto informativo del PP a su reportera estrella Marta Nebot, que, ya puestos a promover tópicos, describiré con tres palabras: Aznar, bolígrafo, tetas. La Nebot no es una buena actriz. Tampoco es una buena reportera. Quiero creo que a muy pocos espectadores cae simpática. ¡Pero cuidado! Aznar, bolígrafo, tetas. Prestigio asegurado.

Animada por la revancha y claramente a cara de perro, Nebot ofrece un espectáculo patético persiguiendo e insultando a los populares, incluso cuando muchos de ellos la ignoran por completo. ¿Por qué creen que sigue siendo gracioso recordarle a Ana Botella lo que le gustan las guerras a su marido?¿Y qué gracia tiene que la Botella ignore el comentario?¿Hasta cuándo vamos a seguir oyendo los mismos chascarrillos y viendo las mismas situaciones?

El debate que está por detrás y por delante no es nuevo: ¿es el humor de izquierdas? ¿Es posible hacer humor crítico desde y para la izquierda mientras esta tendencia gobierna?¿Es posible el humor de derechas? Y si es posible... ¿dónde está?

Los guiñoles de Canal +, quizá por ser de goma, lo entendieron perfectamente y se retiraron a tiempo, cuando ya no tenían sentido, cuando su ciclo se había acabado. También me pregunto cuántos de los motivos de la espantá de Eva Hache de su programa tenían que ver con la obligación de salir a contar cada noche el mismo chiste contra las mismas personas.