Más motivos para un próximo Fin del Mundo

Padres y Madres del Siglo XXI, progenitores y progenitoras de nuestros días, en qué pollas estáis pensando. Qué cojones tramáis que se escapa de mis manos. Ahora no me valen discursos de casualidades y de "es que yo no sabía que", "pense que" y "creí que". Quiero razones, quiero nombres, quiero saber qué y quienes la quieren liar parda con el fin de expandir el encefalograma plano, la homogeneización total, la estandarización humana de los cuerpos erguidos.

Adrian II acabó en el fondo del pozo (la crisis).

Qui-en cojones ha dicho que a partir de Yamismo todas las niñas se llaman Lucía o Andrea (sin más) y los niños Adrián o Alejandro (para después ser conocidos como Alex). Qui-en. Y para-qué.

Plaga efectiva, tanto como peligrosa. El peligro de una multitud similar, del pensamiento único, es tan grande que no podemos calcular los daños. No penséis en una población con un mayor grado de empatía o de facilidades organizativas. Tenéis que imaginar un futuro lleno de envidias irracionales, despistes y equívocos (Esa Andrea no, otra. Tampoco la que piensas, no no... su hermana). Son cuatro posibilidades y tres posibles luchas entre dos bandos: (a) Andreas y Adrianes versus Alexes y Lucías, (b) Andreas y Alexes versus Adrianes y Lucías y, la repera, (c) Andreas y Lucías versus Adrianes y Alexes. Encima de divididos, salimos maricones. El final del matrimonio, como diría su Excelintísima Señora Majestá, la de los 100 duros.

En su día dijeron que los "Culebrones" hicieron mucho mal con los nombres compuestos. Con lo precioso que resulta un Luis Fernando, Blanca Cristina o Cristiándior Miguel. Ahora no interesa. Fecundamos plagas, buscamos patrones. No queremos que nuetros retoños se diferencien del resto, ni para bien. Destacar es peligoso en años de mobbing, bullying, bossing, fisting y todas esas histoias de modernos.

Queremos que nuestro bebé querido de mayor sea uno más, que no sea muy listo, ni muy tonto, ni muy bujarra, ni sea reconocido por sus habilidades, ya sea calculando integrales, hablando idiomas o comiendo buenas pollas. Queremos Marcas Blancas, otra pieza de la cadena de montaje, mileuristas honraos que consuman porno, pero no de ese con chicas que tienen cola.

Queremos Adrianes y Lucías.