BUITRES ENGOMINADOS

La UE trata de evitar el caos financiero con medidas que animan a ser positivos y a confiar en que la actual situación económica tiene solución. Mientras tanto, las Bolsas caen en picado.

La montaña rusa no conoce límites y la economía sigue especulando entre la recuperación y la caída. No se sabe muy bien por qué pero cada día es un máximo o un mínimo histórico. Otra vez las Bolsas se desinflaron en cifras rojas y nuevamente se anunciaron medidas de choque para paliar los fuertes efectos secundarios que deja el parqué financiero. Los bancos tratan de buscar confianza aunque no sé por qué sospecho que ni ellos mismos confían. Han jugado al límite y como me avisaron a mí desde bien pequeño: se han quemado. Y lo peor es que sus brasas achicharran a cualquiera. La pregunta de todos los días es si nosotros, los que nos despertamos igual que nos acostamos, tenemos que ser positivos o por el contrario caer en picado.

Los ciudadanos normales, tú y yo, no entendemos de grandes variables económicas ni de "fondos de garantía" aunque sí controlamos las nociones básicas: no conozco a ninguna empresa de la historia que sólo haya dado beneficios durante toda su actividad económica. Hasta los más ingenuos saben que en época de vacas gordas hay que prepararse para las flacas. Y éso, los del traje caro y corbata arreglada, deberían tenerlo muy claro. Lo que no puede ser, por mucha hipoteca basura o por mucho 'daño colateral' es que a las primeras de cambio uno eche el cierre. Cuando el Ibex 35 superó, no hace tanto, los 16.000 puntos ¿nadie pensó que igual que se crece se disminuye? Es decir, si todos los días la cosa nos va bien llegaría un punto en el que no sólo superaríamos esa cifra sino que llegaríamos a infinito.

La Unión Europea parece afrontar la crisis tal y como ha hecho EE.UU, y con buenas intenciones lanzan mensajes de esperanza para recuperar al enfermo pero no sé si han caído, empiezo a dudarlo seriamente, en que más de uno querrá aprovechar la coyuntura para sacar tajada; es decir, si los gobiernos europeos se van a gastar los euros en paliar los resultados negativos de los bancos puede ser que alguno emborrone sus números para que sea la UE la que le saque del atolladero. Y es que, con independencia de tendencias partidistas, se está poniendo en evidencia que la culpa de este guirigay que hay montado no es de Zapatero ni de sus ayudas sociales (como algunos apuntan). Los gobiernos tienen su parte de responsabilidad que no pienso dejar en el olvido, pero vamos a ser coherentes y apuntemos directamente a los culpables que nos han llevado al límite: los grandes ejecutivos. Aquéllos cuyas lunas tintadas y comidas de lujo olvidaron a las personas normales que habitamos este planeta sin hacer ruido. Nuestros pequeños ahorros son los que han financiado sus especulaciones y han alimentado su enfermedad monetaria.

Considero positivo que los gobiernos actúen para paliar los efectos negativos pero al mismo tiempo les exijo que apunten la matrícula de sus coches caros y sus pelos engominados para que, una vez amaine el temporal se les pueda meter mano y depurar responsabilidades para que paguen por lo que han provocado y no se vayan de vacío. De lo contrario correremos el serio peligro de que estos buitres aprovechen éste desconcierto para ser más ricos todavía; hay que cortar sus alas para que nunca más echen a volar con el sudor de los trabajadores de bien que incumplen horarios laborales para sujetarse en sus empleos. A todo aquél que ha abusado, a todo aquél que ha provocado este caos lleno de incertidumbres, espero que paguen por ello.

Nosotros, los que cogemos el Metro y llenamos con dolor el depósito del coche, tenemos que ser muy positivos y no dejarnos manipular por tanto mensaje subliminal que anima al desánimo. No son palabras vacías sino una forma de enfocar un ciclo económico que ya se ha dado en otras etapas de la historia y que, por pura necesidad, seguirán dándose en el futuro. En los últimos años habíamos olvidado la palabra ahorrar y ahora ya tenemos que saber aquéllo de que una vaca gorda equivale a tres o cuatro flacas y que por tanto hay que saber administrar. Que no panda el cúnico.