Y, el último hombre.

Sobre un mago, un mono y absolutamente todas las mujeres del planeta Tierra.

Yorick y Ampersand

Y, the last man (en su inglés original) es todo un alarde de saber hace por parte del equipo creativo que ha llevado la serie desde el primer día. Brian K. Vaughan, Pia Guerra & José Marzan son los autores de esta pequeña gran obra del noveno arte. Los creadores han sabido mantenerse constantes a lo largo de toda su obra y eso es de agradecer en estos tiempos que corren, donde una serie por muy buena que sea su premisa, si no sabe explotarse y llevarse por buen camino, puede acabar convirtiéndose en una carga mas que en un divertimento.

El acto primero nos sitúa en Brooklyn, Nueva York, donde nuestro protagonista Yorick tiene una animada conversación con su novia, que en estos momentos se encuentra al otro lado del mundo, en Australia para ser más concretos. Su relación es cordial y mas bien amigable, siendo la charla algo desinteresada, natural. Mientras Ampersand, un mono para adiestrar que han asignado a Yorick, da vueltas por el piso donde él vive. Seguimos viendo nuevas escenas, como la madre de Yorick o diversas personas que en el futuro mas o menos inmediato de la serie, tendrán algo que decir en sus páginas.

Es en las últimas páginas cuando la serie cobra vida, tomando con total derecho su nombre, pues vemos como toda la población masculina del planeta (animales incluídos) cae muerta, siendo Yorick, aun con el teléfono en la mano, el único superviviente conocido en todo el planeta. El mundo tal y como lo conocíamos ha llegado a su fin, Yorick Brown se ha convertido en el último hombre.

Con esta premisa, hacemos un ejercicio de geografía sobre los Estados Unidos en los primeros arcos argumentales, con Yorick buscando una menera de encontrar a su novia Beth, al tiempo que descubre las intrigas tras la plaga global que ha llevado al mundo hasta este punto. Junto a él, Ampersand, también superviviente de toda esta catástrofre. Con el tiempo nuevos personajes, como la agente 355, se irán añadiendo a los ya establecidos, enriqueciendo la trama, que irá incluso sumando intrigas internacionales con grupos secretos armados de por medio. Los autores sabrán usar por su parte durante gran parte de la historia el recurso de flashback, siempre a favor de conocer determinados puntos de la vida de un personaje para conocer mejor su personalidad y poder tener una lectura más cómoda.

Pero dejando de lado todas las subtramas que emergen en la serie según avanza, como la aparición de la hermana de Yorick; Hero y su vinculación con un grupo de feministas o las maquinaciones de la madre de la misma. Pero lo que realmente funciona como motor de la serie resulta ser a fin de cuentas amor incondicional de una persona. No sólo se trata de la búsqueda de una cura o explicación de lo sucedido. Lo que realmente el protagonista de esta historia busca es reencontrarse con su novia, con la que pretendía casarse justo al comenzar la serie.

El viaje de Yorick se convierte, a fin de cuentas, en un descubrimiento personal, una evolución de si mismo pasando de la eterna adolescencia en la que vive para convertirse en el hombre que debe ser, sobretodo en tiempos como los que le ha tocado vivir. Así el chico se convierte en un prisma desde el cual a nosotros nos toca ver como Yorick afronta temas como el sexo, las creencias personales de las que sobreviven o la necesidad de no estar solo o recordando tiempos mejores, pues incluso en una sociedad devastada donde lo imperante sería reestablecerse, pueden surgir multitud de conflictos entre los individuos de la misma.