Por primera vez en su carrera Andy Murray llega a la final de un grande. Hoy tendrá enfrente a un renacido Federer, que ha realizado un torneo modélico. El sábado venció justamente a Djokovic en un partido en el que hizo alarde de esa elegancia y contundencia que le ha mantenido durante años al frente de la clasificación de tenistas.
Murray se ganó estar en la final del US Open
Djokovic llegó a la semifinal corto de fuerzas, como en los cuartos de final. Pero el oponente del sábado estaba un escalón por encima de Roddick. Aunque logró arañar un set, Federer estuvo mucho más sólido. Fue un verdadero placer verle de nuevo en la red, con boleas aparentemente fáciles, reaccionando con rapidez y con un servicio impecable.
La organización del US Open ha tomado decisiones criticables, especialmente teniendo conocimiento de la evolución de la climatología. Nadal estuvo desconocido, especialmente en el primer set, en el que Murray le rompió el servicio en dos ocasiones. Sacó mal, las bolas se le quedaban cortas y su proverbial velocidad se había esfumado.
Su pundonor le mantuvo en un segundo set donde cada jugador ganó el servicio, pero perdió el primer punto en la muerte súbita. Algo se había mejorado, pero quedaba un largo camino por delante.
La temprana ruptura de servicio en el tercer set hizo concebir esperanzas de una remontada, sobre todo cuando el juez árbitro decidió suspender el partido hasta el día siguiente. Nadal se fué al hotel con una rotura a favor y servicio.
El domingo parecía otro. En la reanudación del tercer set estuvo acertadísimo, con buenos primeros, llegando a tiempo a los misiles ajustadísimos que mandaba Murray, provocando errores en el escocés y, por fin, adjudicándose el set.
Sin embargo, con dos sets en contra no tenía ningún margen de error. Debía mantener un nivel altísimo de juego, porque Murray ha hecho un torneo sensacional y está mentalizado. Su triunfo en Cincinnati ante Djokovic le ha hecho un jugador más regular y agresivo.
Nadal empezó rompiendo de nuevo el servicio de Murray en el cuarto set. El escocés tuvo hasta 9 bolas de ruptura a continuación en un juego tan agónico como interminable que, a base de fuerza de voluntad, se adjudicó Nadal. Esa actitud hizo renacer las esperanzas, pero dos juegos más tarde, algunas decisiones equivocadas le hicieron perder el servicio. También hay que considerar el viento que en ocasiones arrastraba las bolas fuera de la pista y en otras las metía dentro, pero el viento era el mismo para ambos jugadores.
Cuando Nadal sacaba para empatar el set a 5, y con 30-0 a favor, un resto prodigioso de Murray encendió las luces de alarma, quien no desaprovechó la primera bola de partido de que dispuso.
Murray fue un justo ganador, nada que objetar.
Hoy se verá a un jugador en ascenso y a otro que quiere recuperar el trono perdido. Será, sin duda, un partido apasionante
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