Siglo XXI. El ingenio y la grandiosidad de antiguas construcciones en piedra han resucitado. La naturaleza vuelva a formar parte del hombre. El hombre vuelve a fundirse con la madre tierra. Arquitectura y paisaje establecen nuevos vínculos, donde "el verde cubre al gris". El mundo natural y el inventado. Presente, pasado y futuro. Todo ello se aúna en la obra del argentino Emilio Ambasz, arquitecto-visionario, quien hace cuatro años aterrizó en suelo andaluz e hizo realidad un sueño, una pulsión latente, un proyecto dormido durante 20 años, para mostrar al mundo que el hombre puede vivir en armonía con su entorno. Este sueño, conocido como "La Casa de Retiro Espiritual" marcó para siempre la existencia personal y profesional de Ambasz. La revolucionaria creación, se erigió en uno de los mayores iconos de la arquitectura ecológica-minimalista y le consagró como Profeta de la arquitectura de la Paz.
"La Casa de Retiro Espiritual" (Foto de Michele Alassio)
Por suerte para quien escribe, no es necesario hacer miles de kilómetros para admirar las maravillas de este inclasificable y surrelista proyecto arquitectónico que, sin embargo, no fue construido para ser visitado. "La Casa de Retiro Espiritual", concebida en sus orígenes-fue diseñada en 1975-para ser ubicada en Córdoba, se asienta finalmente en el término municipal de Burguillos, provincia de Sevilla, en una vasta finca de 1.000 hectáreas, conocida como "La Roda", a tan sólo 40 Kms. de la capital.
Construida en el año 2004, la casa obliga a replantaearse la arquitectura "para vivir" desde sus cimientos y dispara la personalísima visión de Ambasz, para quien "la arquitectura es un juego de la imaginación". "La Casa de Retiro Espiritual", ópera prima "culpable" del nacimiento de la tendencia ecológico-arquitectónica para "salvar al mundo", fue motivo de exposición en el MOMA de Nueva York durante el 2006, obteniendo además varios premios, entre ellos el Premio de Arquitectura Progresiva en 1980 y el Premio del Instituto Americano de Arquitectos. Es de justicia señalar además que Ambasz contó para este proyecto con la valiosa colaboración del sevillano Felipe Palomino, arquitecto asociado en España.
Al observar la casa por vez primera, una tiene la impresión de haberse colado en una de las fantasías pictóricas de Dalí, o incluso en uno de los fantásticos e imposibles paisajes, creados por el imaginario cinematográfico de Tim Burton.
Como en un sueño velado, rodeada de olivos, encinas y otras especies típicas de la dehesa sevillana, se alza majestuosa la casa, en lo alto de una colina, frente a un enorme lago artificial en el que se mira, como en un espejo. Abrazado por los picos de Sierra Morena, el refugio asceta mira al Cielo-Norte, protegido de los traicioneros vientos.
En su parte visible, exterior, la casa se compone de dos blancos y altos muros que confluyen formando un ángulo de 90 º, creando, según su autor, la metáfora visual de ser "una vela suelta al viento, navegando en el verde mar de los olivares sevillanos". Estas enormes paredes-escudos contra el frío viento del Norte, dotan al edificio de una sombreada terraza e impiden la incidencia directa del sol sobre la casa. Así, la luz, por efecto de reflexión en la paredes interiores, llega al recinto de una forma moderada. Estos dos muros exteriores, casi ciegos, sostienen en su unión un elevado mirador, inspirado en la cultura arábigo-andaluza, fabricado en madera y compuesto por unas bellas celosías, desde las que poder contemplar el lago y el magnífico paisaje circundante, preservando el estado de intimidad y reposo que brinda la casa. Pero sin duda, uno de los elementos arquitectónicos más llamativos del conjunto es el acceso a este mirador: en la parte interior de los muros hallamos un par de empinadas y estrechas escaleras de metal, que se encuentran a su vez en lo alto, de tal manera que una invita a subir y otra a bajar. El recorrido a través de los peldaños, no está exento de la intención meditativa-contemplativa a través de los sentidos, para lo cual, Ambasz coloca unos pasamanos excavados en los muros, por donde corre el agua, con un suave murmullo, el cual, se hace casi imperceptible al llegar a la cima, donde nace.
Esta disposición de los elementos, tanto naturales como sintéticos, al servicio del "equilibrio del espíritu", inducen a creer que Ambasz quiso construir todo un "viaje iniciático para el alma", a través de las múltiples estancias, las cuales, a su vez, conforman "pequeños recorridos", con un principio y un final.
Tras los muros y cerrando un invisible círculo, se observan unas sutiles y blancas pinceladas sobre el terreno, que más allá de lo estético, funcionan como hábiles aberturas en la tierra, a modo de tragaluces, que van a repartir la luz y el calor del sol al interior de la vivienda. Entre las pinceladas, descubrimo un pequeño patio-abertura, con forma de hoja, dotado de inmaculadas escaleras, que funciona además como un eficaz sistema de ventilación y de acceso simplificado al exterior. Y es que, las estancias de las que se compone la casa son totalmente subterráneas. Como un particular homenaje a la tierra en que se ubica, Ambasz utiliza aquí el ingenio de antiguos pobladores andaluces, que un día decidieron habitar en cuevas debido a sus enormes ventajas. Éstos disfrutaban-y aún hoy sus descendientes-de una temperatura constante en torno a los 20º todo el año, gracias a que la tierra que los cubre, absorbe el calor circundante en verano y lo irradia en invierno. Al adoptar este sistema, el genial arquitecto cumplía así su visión de casa ecológica-ahorro de energía y reducción de gases-, a la vez que creaba espacios cargados de energía vital, favorecidos por las corrientes telúricas de la tierra.
Pero ¿cómo se accede al interior de este paraíso del descanso...? Bajo el citado balcón-mirador, se abre la puerta de entrada al recinto. Al traspasar el umbral, se tiene la impresión de haber cruzado una puerta hacia otra dimensión, una realidad paralela donde nada es lo que parece. Se abre ante nosotros una amplia escalinata a cielo descubierto, cuyos escalones aparecen horadados y recubiertos de piedras blancas, que van marcando un suave y fácil descenso a través de unos semiocultos y accesibles peldaños que discurren, a su vez, en un lateral. El destino...una especie de estanque semicircular en la diagonal de un patio o atrio cuadrado, rodeado por columnas que ocultan tras de sí los espacios más íntimos, como habitaciones y baños. La zona de acceso a estas dependencias es un largo y sinuoso pasillo, amplio y luminoso, cuyas paredes ondulantes te conducen suavemente de una estancia a la otra y parecen sumergirte en el dilema de la puerta correcta de Alicia en el País de las Maravillas. De nuevo Ambasz, se muestra fiel al modelo andaluz, esta vez en la estructuración de las dependencias, ubicando el patio en el centro mismo de la casa.
Por otra parte, es importante reseñar el tremendo impacto que produce la vista nocturna de esta construcción. Ingeniosamente iluminada, con especial protagonismo de la múltiples escaleras, aquel que la contemple, sin duda creerá estar ante un pasaje atemporal abierto en las entrañas mismas de la tierra. Inevitablemente el conjunto produce una sensación mística, de irrealidad, con sus infinitos juegos de luces y sombras, de formas geométricas que imitan formas de la naturaleza, donde cada espacio, cada vista, cada perspectiva, está medida y cuidada al detalle. Escaleras que suben hacia el cielo, recorridos laberínticos, estancias interminables, todo blanco, radiante de pureza, quietud y búsqueda interior.
Con toda seguridad, Ambasz, como todo genial artista, acabó "enamorándose" de su propia creación, de esa primera obra universal donde "vació" su alma, para ofrecerla a Dios, a la vida, al Infinito, a ese lugar inexplorado de donde venimos y que, de alguna forma, se hace más cercano, más accesible cuando nos fusionamos con la naturaleza. Por todo ello, quizás, convirtió a esta casa en su particular refugio, una residencia privada donde pasar largas temporadas dedicadas al descanso y la meditación.
Personalmente, creo que esta casa-ensueño esconde muchas lecturas, muchos "secretos", tanto en su disposición geográfica como en el diseño de formas y su modo de "apropiación" de la naturaleza. Algo me dice que Ambasz sabía-y puso en práctica- mucho más que lo que vemos. Incluso ciencias milenarias como el Feng-Shui sugieren que este refugio es un lugar cargado de energía revitalizadora, situado en un enclave mágico...Y yo me pregunto: ¿es casualidad que la casa, diseñada en 1975 esperase veinte años a ser construida, coincidiendo justamente con el inicio de un nuevo ciclo de energía...?El debate queda abierto...Sea como fuere, lo que sí sabemos "a ciencia Feng-Shui cierta" es que esta casa nació bajo una "buena estrella", la estrella número 8, que corresponde al ciclo iniciado en 2004 -año de su construcción-, quedando la misma, así como sus ocupantes, bajo el influjo positivo de esta estrella. Y por muchos años...
Nota: La casa tiene página oficial (www.casaderetiroespiritual.com), donde podréis contemplarla con detalle y saber algo más acerca de ella.
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