El sorteo de la 3ª y última fase previa de la Champions League era el epicentro de un sueño, el de un Atlético de Madrid algo temeroso en su regreso al bombo de los grandes de Europa. Los rojiblancos sabían que su rival podría ser muy complicado pues tras una década sin aparecer por torneos continentales, su caché europeo se ha visto reducido y aquello de cabeza de serie sonaba muy lejano, a utopía de otra época a la que se intenta regresar.
Esa pequeña alarma encontró el cable concreto en Genselkirchen, en el corazón de la cuenca industrial del Ruhr y en la fiel firma del potente sello germano. Y es que pese a que a la Bundesliga la invade un entorno de progresión y de buenos proyectos para seguir creciendo, el Schalke es un devoto del estilo alemán más puro y fidedigno. Esa póliza intangible y una colorista marea azul en las gradas del precioso Veltins-Arena son las metas que tendrá que superar el Euro-Atlético.
Dentro del citado intento de transformación que vive esta campaña el fútbol alemán, el Schalke ha contribuido con la llegada a su banquillo de Fred Rutten, el técnico que logró la pasada campaña dejar fuera de Europa al Ajax con el modesto Twente. Un meritorio cuarto puesto le valió para dar un salto en su carrera, sustituir a los interinos Mulder y Buskens (terminaron la temporada pasada como buenamente pudieron tras el cese de Slomka) y dar un impulso distinto al Schalke.
Aunque aún es muy pronto para poder sacar conclusiones o análisis realistas de lo que puede dar de sí este nuevo proyecto, los fichajes no responden al jugador modelo que el club venía firmando los últimos años. Probablemente nadie va a poder trastocar de la noche a la mañana un estilo tan preciso como el de la potencia, los empujones o la agresividad y tampoco querrá dejar de lado cualidades como la fiabilidad y rendimiento de las jugadas a balón parado (auténtico punto fuerte del equipo), pero las caras nuevas invitan a otros caminos o, al menos, a un intento de asomarse a ellos.
La base del rival rojiblanco es la misma que puso en apuros al Barcelona en la pasada Champions League, donde el Schalke alcanzó unos más que positivos cuartos de final. Así, siguen siendo claves jugadores experimentados como Bordon, Ernst o Kuranyi, pero el toque latino ha aumentado en los últimos años y se ha confirmado con la llegada del peruano Farfán, la principal apuesta de la campaña y el punto vital en esa demanda de alternativas que tanto anhelaban los seguidores del S04. La otra incorporación, más táctica, es la del holandés Engelaar, que viene solicitado pro su técnico y que tendrá mucha presencia.
Ese estilo tan definido encuentra mayores alegrías ofensivas en hombres como Rakitic, Zé Roberto (no el muniqués) o Lovenkrands, aunque sólo el primero ha conseguido tener continuidad, lo que habla muy a las claras de la idea futbolística que ha acompañado al club hasta la fecha. Las arrancadas de Rafinha, la progresión de Pander o Westermann y el prometedor Neuer bajo palos (no estará en el cruce por lesión y jugará el veterano Schober), les hacen un equipo compacto pero falto de creatividad en medio campo y con la incorregible mentalidad del pequeño que busca un hueco entre los grandes.
El Atlético, que llega a este cruce con similar temor por todo lo que supondría el caer derrotado, debe centrar su planteamiento en hacerse fuerte en la Ida para después soltarse angustias en el Calderón donde la otra marea, la del Frente, le debería empujar a nuevas noches europeas.
José David López (Editor Diarios de Fútbol)
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