Para empezar, Alessandro Baricco es parte de la nueva hornada de intelectuales europeos que no le hace ascos a la deconstrucción ideológica del Big Mac sin aditivos aleccionadores ni edulcorantes frankfurtianos, lo cual en ningún modo debe interpretarse negativamente. En su anterior ensayo, Next, el turinés lo arriesgaba todo a base de una interminable retahíla de argumentaciones para no descreer del todo del proceso globalizador método que retoma con amable holgura en Los bárbaros, aparte de los hectolitros de relativismo sociológico que le valieron para poner un buen precio a su cabeza. Recordemos si no su histórica comparación entre Beethoven y Nike, acaso desafiando al Finkielkraut de La derrota del pensamiento (el mismo que denunciaba la equiparación de valores entre unas zapatillas y Shakespeare en nuestros días). Según el autor del longseller Seda, tanto marcas como grandes hitos culturales erigen un tipo de experiencia similar en el sistema cognitivo de Occidente: «Nos convencemos de que las patatas fritas de McDonalds son buenas con la misma ilógica maleabilidad con la que aceptamos que Beethoven no compuso nunca un fragmento malo e inútil, que todo Shakespeare es genial, que Mickey Mouse no tiene un papá ni una mamá, y que La Reppublica siempre escribe la verdad.» Definitivamente, Baricco apuesta alto. Y lo hace aun a riesgo de exasperar y enfermar los nervios de más una Vaca Sagrada del Pensamiento.
Con este background Baricco presenta Los bárbaros (Ensayo [a tiempo real] sobre la mutación). Título en el que, sin caer en la trampa de definir qué diablos son esos mismos bárbaros, ya que solo basta con intuirlos; se pone en marcha un dispositivo de Bulldozers dispuestos a aplastar los mitos apocalípticos de la (pos)(pos)modernidad. ¡Fiu! Por lo que es preferible aclararlo desde este preciso instante: no busquéis en este título parcialidad alguna, pues se trata de un ejercicio minimizador de daños.
De vueltas con Frankfurt, Baricco se refiere con ternura y admiración a Benjamin («veo [en su ingenuidad a la hora de estudiar la figura de Mickey Mouse] toda la gran maquinaria de la reflexión marxista inclinándose heroicamente sobre la última chorrada americana [ ] algo parecido a un elefante que tratara de colarse por el agujero del lavabo); regresa obsesivamente a Beethoven para narrarnos la presentación de la Novena en un frac verde (!), así como las críticas inmediatas que el compositor recibiera en su tiempo denunciando la frivolidad de su arte; e identifica el lenguaje de la publicidad, la música ligera, el cine y la televisión con el Nuevo Latín.
Pero en esencia tres son los ensayos breves que le sirven al autor para esbozar la civilización que se aproxima: Vinos, Fútbol y Libros: tres espectros culturales afectados por la mas(s)ificación, y sobre los cuales el autor pondrá sobre la mesa el debate entre democratización y banalización del efecto artístico. Podéis imaginaros a favor de quien juega la balanza con extractos como los que siguen: «[Sobre la sed de ganacias, de ventas, de beneficios] Quizá valga la pena recordar que éste fue uno de los aspectos de los que, desde una perspectiva histórica, brotó el odio racial europeo por los judíos: se imaginaban una guerra subterránea en la que una cultura elevada y noble se veía obligada a luchar contra un cinismo ávido de un pueblo al que le interesaba únicamente el dinero.» O simple y llanamente: «Hoy en día, un escritor de calidad como Tabucchi vende más de lo que podría hacer, objetivamente, un Fenoglio en su época.» Lo dicho, Baricco no es apto para cardíacos.
Si quieres firmar tus comentarios, regístrate o inicia sesión »
En este espacio aparecerán los comentarios a los que hagas referencia. Por ejemplo, si escribes "comentario nº 3" en la caja de la izquierda, podrás ver el contenido de ese comentario aquí. Así te aseguras de que tu referencia es la correcta. No se permite código HTML en los comentarios.
Soitu.es se despide 22 meses después de iniciar su andadura en la Red. Con tristeza pero con mucha gratitud a todos vosotros.
Fuimos a EEUU a probar su tren. Aquí están las conclusiones. Mal, mal...
Algunos países ven esta práctica más cerca del soborno.
A la 'excelencia general' entre los medios grandes en lengua no inglesa.