La Selección Suiza dejó escapar esta pasada Eurocopa una de las mejores oportunidades para hacerse notar. Tenía a su público entregado por la causa, un bloque de jugadores jóvenes con aspiraciones y el impulso de todo anfitrión en un torneo continental. La ocasión quedó en el camino y el trabajo empezará ahora desde cero con Hitzfeld. Sin embargo, el buen momento que atraviesa la Superliga Suiza (siempre dentro de sus exigencias y límites), invita cuanto menos a confiar en que los resultados llegarán tarde o temprano en base a un trabajo bien organizado desde la raíz.
El campeonato helvético que arranca este viernes, ha sido apasionante las sus últimas campañas, reflejando una equidad incomparable entre equipos con similares objetivos y con mínimas diferencias en lo económico. A diferencia de otros campeonatos de corte similar, no existe aún un magnate que haya querido explotar en beneficio propio toda la pasión que genera el fútbol que en Suiza, aún está a años luz de ser el deporte rey.
Hace tres años, Basilea y Zúrich llegaron a la última jornada con el campeonato en juego. Los capitalinos dependían de sí mismos para salir airosos y sumar la que hubiera sido su tercera corona consecutiva pero un gol de Iulian Filipescu, mandó el título al rival, que pudo levantar el trofeo tras 25 años de extensa demora. Fue en el tiempo de descuento y lo imprevisible se transformó en violencia con cientos de hinchas basilenses sacando a relucir sus peores galas. En este Zúrich estaban, entre otros, Margairaz (ahora en Osasuna), Rafael o Lucien Favre (ahora técnico del Hertha).
Apenas un año más tarde, la emoción de volvió a repetir puesto que el Zúrich y el Grasshoppers, rivales irreconciliables, se enfrentaban por el título en la jornada final. Un clon de lo anteriormente vivido que volvió a quedarse en manos del Zuri y que reflejó la equidad incomparable que sacude cada campeonato en tierras helvéticas.
El actual campeón es el Basilea, que defenderá título en una campaña llena de novedades. La principal de todas ellas está en un novato como el Vaduz, que pese a pertenecer a Liechtenstein, logró ascender el pasado año y será debutante en la máxima competición suiza. Todo un logro para los Residenzler, que suman 38 títulos coperos en su país. Otro aporte singular lo da el Bellinzona, que debido a su cercanía con Italia (procede del Cantón de Tesino), tiene en su plantilla a más italianos que suizos y acaba de ascender.
Falto de grandes estrellas, la Superliga Suiza vive de aquellos jugadores que quieren dar un salto a un campeonato de mayor nivel o, por el contrario, de los que regresan tras haber probado suerte. Los principales protagonistas son sudamericanos, tales como Portillo (Young Boys), Costanzo (Basilea), Vergara y Silvio (Zúrich) o Bobadilla (Grasshoppers). También hay acento español con Vallori (Grasshoppers) y Varela (Young Boys). Las estrellas locales son Jakupovic, Cabanas, Streller o el jovencísimo Derdiyok.
Así pues, todas las cartas sobre la mesa para un campeonato alegre, lleno de vitalidad, anécdotas y pasión que poco a poco fabrica jugadores rumbo a los grandes escenarios. Zúrich, Basilea y Grasshoppers son los claros candidatos a la victoria final que, para no variar, se antoja tremendamente disputada.
José David López (Editor Diarios de Fútbol)
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