Mucha gente ama la publicidad. No hay que ir muy lejos para encontrar integrantes de esta especie, en estas paginas escriben varios y varias. Ese amor por el mensaje publicitario ha de ponerles en guardia ante el atropello. Como el que perpetró Televisión Española la pasada madrugada.
Los que cometimos la estupidez de visionar la epopeya de Tom Hanks en busca de Matt Damon hicimos un tan angustiante como extenso recorrido por el panorama publicitario nacional. La televisión que pagamos entre todos nos obsequió con una exagerada cantidad de larguísimos bloques publicitarios, sobre todo en los minutos finales de la película.
Dirán los responsables del desmán, probablemente con razón, que existe una legislación vigente en la materia, y que su cumplimiento ha sido escrupuloso. Pero esto es solamente señal de que el legislador ha de ponerse en movimiento y modificar el código para impedir este comportamiento indecente.
El concepto ha mudado con el tiempo, pero la antigua acepción del término antianuncio viene como guante a la mano. Cada producto expuesto machaconamente goza de mi antipatía. Si tengo que comprar algo mi elección será, con toda seguridad, la competidora de la que he tenido que esquivar una y otra vez durante la constante interrupción de la película.
Sería buena idea sentarse ante el televisor con libreta y lapicero, anotando los nombres de los anunciantes cada vez que se detecte un abuso de éste calado. Sería buena idea, igualmente, crear una web con los nombres de los antiproductos para general conocimiento.
Animo a los lectores a ayudarme, porque la publicidad bien entendida empieza por el autocontrol de los que emiten. Si estos -cegados por el brillo del vil metal y atenazados por la presión de sus cuentas de resultados- no son capaces de ejercer control sobre sus propios contenidos, entonces hay que apelar al buen sentido de los propios anunciantes.
Dejando de comprar sus productos, si es preciso. Para que viva la publicidad. Para que ésta sociedad salga de la espiral en la que está metida.
La espiral del "todo vale".
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