La corbata de Sebastián

Mucho se ha dicho sobre la corbata de Sebastián; y sobre el intento de José Bono, -homo bizarriensis-, de que el Ministro de Industria se pusiera el adorno en el pleno del Congreso de los diputados. Mucho se ha escrito, y más, después de la explicación del titular de ese departamento: es una forma de ahorrar energía. Ha habido pitorreo, sí, porque quizás Miguel Sebastián no ha sabido explicar bien lo que implica el quitarse la corbata.

La corbata de sebastián puede contribuir a mejorar el cambio climático

No se ha explicado nada bien. La maniobra de la corbata, y la adhesión del ministro Corbacho, -titular de trabajo-, ha sido tomado como un arma arrojadiza contra el Gobierno. Que si viven del márketing, que si es otra campaña de imagen, que si son medidas que se quedan en la más absoluta de las inutilidades y bla, bla, bla. No es cuestión de entrar en las medidas que hace el gobierno, y si son las más adecuadas. Hay que ir al fondo de la cuestión, que no es otra que preguntarnos si se puede ahorrar energía con simples gestos a lo largo de la jornada.

Siempre se ha dicho que ducharse ahorra agua frente al baño. Poca gente opta ya por esta segunda opción, pero hay que insistir. Una ducha ahorra muchos litros de agua frente a un baño. Pero lo mismo ocurre con el afeitado, el lavado de dientes, la higiene en general. Cerrar el grifo no cuesta nada, y a pesar de que el gasto pueda ser ínfimo, lo importante es que un pequeño gasto, unido a otro pequeño gasto, hacen un gasto muy grande. Y a lo largo de todo un año, en toda una ciudad, o en todo un país, si todo el mundo llevara a cabo esa medida, se ahorraría muchos litros de agua.

Y lo mismo ocurre con la luz. La tele encendida mientras estás en el baño, o el ordenador sin apagar en todo el día... O la música de la radio que no oímos mientras hacemos la comida. Ni que decir tiene de las veces que se quedan cargando el móvil a la red; y quien dice el móvil dice todos los aparatos eléctricos que gastan electricidad de más.

Pero vayamos al tema con el que empezamos, la corbata de Sebastián. Dice el ministro que quitarse la corbata favorece el cambio climático. Dicho así parece una simple frase demagógica. Pero puede que tenga algo de razón. Y es que, lo que no parece muy razonable es que en pleno verano, los lugares de trabajo estén a 20 grados. Y que haya gente que pase frío, gastando aire acondicionado, mientras se mueren de calor de puertas para afuera de la oficina. La temperatura debe ser la adecuada, tanto en invierno como en verano, para hacer un consumo de aire o de calefacción óptimo. No es de recibo que en invierno la gente se ase de calor y ahora nos resfriemos.

Lo mismo que ocurre en la oficina, se da en el autobús, en el metro, o en el coche. Nos cebamos con el aire o con la calefacción, mientras vamos en manga corta en invierno o ahora nos abrigamos. No tiene sentido. No es cuestión de ir en pelota picada por la vida, pero sí de llevar una ropa adecuada. La corbata puesta o no, pero el aire con un consumo responsable y no exagerado.

Pero si queremos concienciarnos de verdad, también viajaremos en transporte público, en metro, en tren o en tranvía. Ahorraremos dinero en gasolina, contribuiremos a que baje el precio del petróleo y los precios, así que igual hasta baja el IPC y nos reducen el Euribor... Bueno, quizás eso sea exagerado, pero sí que podemos contribuir a nuestro bolsillo por una parte, y por otra parte al consumo de gasolina.

Día a día podemos concienciarnos de que ahorrando energía se consiguen efectos beneficiosos para todos. Y eso está al alcance de todos. ¿Quién nos iba a decir hace unos años que íbamos a separar las basuras y que íbamos a reciclar el papel, el vídrio o el plástico? Ahora que ya hemos "aprendido" a hacer todo eso, es hora de seguir adelante y buscar otras formas de contribuir para dejar un planeta un poco más atractivo a nuestros nietos. Atractivo y también un poco más barato. Nos lo agradecerán.