El espejismo y la fe sobre hierba

La jornada de Wimbledon tras el descanso dominical terminó prácticamente a oscuras. Fue más larga de lo esperado, pero la espera tuvo su recompensa para el público inglés, quien desde hace décadas no tiene un ganador. Andy Murray les dió la esperanza de tener un tenista de élite al meterse en los cuartos de final de su torneo con mayúsculas.

El héroe británico

El lunes empezó sin sorpresas. Hewitt puso alguna resistencia a Federer en el primer set y después de ganar el juego de desempate, el resto del partido fue coser y cantar. A pesar de la facilidad que tiene el suizo en superar sus enfrentamientos se le ve con un talante más apagado que otros años, cabizbajo, casi como si estuviera cumpliendo un trámite.

Al mismo tiempo que Federer ganaba en tres sets, Verdasco dilapidaba una ventaja de 2 sets a 0 frente a Ancic, el vencedor de Ferrer. Ese fue el espejismo. Cuando Verdasco, en el cuarto set, se disponía a poner un 5-2 en el marcador, acabó entregando el parcial y más tarde el partido, que se alargó en el quinto hasta un 11-9. Mientras el croata supo aguantar los nervios, Verdasco fue desquiciándose hasta alcanzar la nada despreciable cifra de 14 dobles faltas. Ni siquiera su resistencia en la última manga fue suficiente.

En otra pista se jugaba otro partido maratoniano entre Baghdatis y Feliciano. Este último, por una vez, refrenó sus nervios y supo ganar un encuentro complicado que llegó hasta la quinta manga. Ahora le espera Safin, quien en Londres parece con la cabeza asentada y que venció en cuatro mangas a Wawrinka.

Y dos veteranos que no contaban en las apuestas pasan a cuartos: el alemán Schuettler –que derrotó al último serbio en competición, Tipsarevic- y el francés Clement.

Nadal, a pesar de molestias en una rodilla, solventó los octavos sin dar ninguna posibilidad a Youzhny. Volvió a ensayar con éxito las subidas a la red, con más de un 80% de acierto. Sospecho que Rafa el perdonó el rosco en el tercer parcial, dejándole ganar su último servicio, y así dejar el marcador menos oprobioso.

El otro veterano en conseguir el pase fue el francés Clement, mientras que su compatriota Gasquet caía no por juego, sino por fe del contrario. Ese fue Murray que remontó, como Ancic, dos parciales en contra. El quinto set fue digno de ver, con un undécimo juego eterno, donde Murray conseguía una y otra vez salvar su saque. Tras un juego que amenazaba con durar hasta que se quedaran sin luz, el escocés, aupado por el público que abarrotaba la central, consiguió romper el saque de Gasquet.

En ese undécimo juego se vieron puntos increíbles. Bolas que cualquiera, sin el arrojo de Murray, hubiera dado por perdidas, pero que él devolvía y las convertía en ganadoras. Hasta las leyes de la dinámica parecían quedarse en suspenso, cuando bolas que parecía imposibles de devolver en condiciones, se convertían en golpes imposibles de negociar.

Eso sí, Murray debería cuidar un poco sus modales, porque hizo una demostración completa de gritos tribales, como si estuviera poseído por el espíritu de William Wallace. El triunfo de Murray es una mala noticia para Nadal, ya que es su próximo rival, y viendo como le arropa la grada, Rafa tendrá que luchar contra el larguirucho tenista y con los miles de hooligans en los que se convertirá el normalmente sereno público de la central.

En el cuadro femenino sigue sorprendiendo la china Zheng, que con la última ha derrotado a tres favoritas, entre ellas a la todavía número 1. Y la número tres también se ha despedido. Jankovic cayó en dos sets ante la veterana Tanasugarn, de 31 años, que en la próxima ronda será la rival de Serena Williams. Quitando a la sorprendente Zheng, las que parecen más motivadas y en forma para ganar este Wimbledon son las Williams.