Cuando empezó la Eurocopa ,muchos medios se hicieron eco de la aparente ruptura de Van Basten con Cruyff. Los titulares decían que por fín Holanda se había liberado de la herencia del maestro holandés. Opinaban los críticos que la presencia de dos medios centros defensivos y la desaparición del juego de extremos era lo que daba un plus de competitividad a la Naranja Mecánica. Además suponía la jubilación del ideario de Cruyff. Al final la selección holandesa enamoró como siempre pero sucumbió como casi siempre y la herencia futbolística de Cruyff está más viva que nunca en uno de los finalistas :la selección española.
los herederos de cruyff ensayando como levantar la Copa
Cuando en 1.988 Cruyff llegó a un muy convulso Barça para sustituir, precisamente, a Luis Aragonés pocos podían augurar, por encima de los títulos, lo que iba a suponer su legado para la entidad azulgrana y por añadidura para el futbol español.
El Barça, que hasta entonces llevaba años jugando a lo que marcaba el técnico de turno y había pasado en pocos años por el látigo de Udo Lattek , al achique de espacios de Menotti para acabar después en el pressing de Venables. Desde entonces adquirió un estilo propio, que aún hoy veinte años después se ha convertido en santo y seña de la entidad por encima de entrenadores, presidentes y jugadores. Un estilo reconocible que creó afición.
Una cultura del futbol basada en la transición rápida de la pelota, en el gusto por el toque y la posesión, y en el juego de ataque. Y para ello el holandés comprendió que además de fichar a golpe de talonario a estrellas debía fabricar en casa, en La Masía, un tipo de jugador adecuado a ese juego.
Desde entonces y siguiendo los pasos de Luis Milla, han salido jugadores como Guardiola, Gerard, Oscar, Roger, De la Peña, Celades, Arteta, Xavi, Iniesta y Cesc. Todos ellos se distiguen por una técnica individual depurada, por su visión del juego, por el gusto por la combinación y la posesión, por la circulación rápida de la pelota y por entender el futbol como asociación de talentos. La mecha prendió en toda España y otros entrenadores desde Valdano a Victor Fernández o los casos más recientes de Laudrup o Pelligrini dotaron a sus equipos de una serie e jugadores en los que por encima del físico premiaba el gusto por el toque.
Y en estas llegó Luis Aragonés a la Selección, que llevaba años agarrada a una etiqueta que nadie entendía: la furia... ¿La furia de quién? ¿de Michel y de Guardiola? ¿de Butragueño y Martín Vázquez? ... ¿de Valerón?. Miró lo que tenía a su disposición y vió a un grupo de jugadores bajitos, muchos de ellos "hijos de Cruyff" y otros aunque criados en Canarias, Donosti o Asturias que parecían primos hermanos. Eran jugadores que cuidaban la pelota y pensaban rápido
Y entonces lo comprendió rapido. Entendió que la furia pertenecia a la España del blanco y negro y que esta España era la España del talento. Le dió el mando del equipo a esos centrocampistas, no se planteó si se parecían demasiado entre ellos, si todos no cabían sino que se planteó como montar un equipo para que cupieran todos.
Y durante cuatro años fue madurando esta idea, adaptándola hasta que hace unos meses en Dinamarca dió con todas las teclas adecuadas. Y hoy ante una Alemania que lleva años con un estilo y un sello definido: el de la eficacia y la contundencia, España presentará una nueva marca : la del talento. Aunque si ganamos el lunes toda la prensa europea hablará de toros y furia porque los tópicos tardan mucho en cambiar. Y además aunque nadie hablará de Cruyff, Xavi, Iniesta y Cesc sabrán que a eso que jugaron en Viena ellos y sus amigos lo aprendieron en la Masia.
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