Los sueños y las ilusiones se han hecho realidad y nuestra Selección está en la final de la Eurocopa de Suiza y Austria. Muchas fueron las dudas y abundantes las críticas. En los bares y en las terrazas se cuestionaba a Luis Aragonés. Hoy la película es bien distinta. Aquí, una misiva con remitente y destinatario.
Aragonés se ha ganado al público (EFE)
Estimado Luis:
Tal vez usted me conozca, no por mi nombre y apellidos sino más bien por mi profesión: aficionado de la Selección española. Me conoce a mí y a otros tantos millones de personas que llevamos años esperando escuchar nuestro himno nacional en una final de un Campeonato. Ante tanta espera nos hemos entretenido en críticas y más críticas hacia ti y hacia los jugadores. Algunas justas, lo reconocerás, y otras no tantas, lo reconocemos.
Lo cierto es que ante cada Eurocopa y ante cada Mundial nos llenábamos todos de ilusiones y de esperanzas: "este año sí", nos repetíamos; pero "este año tampoco" acabábamos diciendo. Siempre hicimos fuerza con nuestros jugadores, con todos los seleccionadores: Clemente, Camacho, Suárez... pero por "h" o por "b" nunca teníamos suerte. Unas veces nos echaban por méritos propios, y otras nos echaban por méritos ajenos. Y cuando ni una cosa ni la otra, a la diosa fortuna no le gustaba nuestros colores y nos apeaba de la competición. Éramos unos pupas.
Todos esos cuartos de final fatídicos, esos árbitros cuestionados, esos penaltis fallados... nos hicieron ver que era imposible ver a España luchando por la victoria en nuestro deporte favorito. Más impotencia todavía cuando veíamos a los jugadores de baloncesto convertirse en medallas de oro, cuando Rafa Nadal destronaba a Federer, cuando Fernando Alonso ganaba a Schumacher... Todos los domingos viendo fútbol y nunca España ganaba nada.
Llegó esta Eurocopa, con toda la polémica que usted mismo provocó tras anunciar su marcha y luego quedarse. Ahora le bendigo por no irse, pero entonces le critiqué con todas las razones y argumentos que sí había. Es cierto que la prensa le buscó y le encontró, y cuando un entrenador no se lleva bien con los medios parece que tampoco sintoniza con los aficionados. Es injusto; pero es así.
No me gustó el resultado ante Perú ni ante EE.UU; y tampoco el juego de los nuestros. Los mismos que ayer, antes de ayer y el otro día nos hicieron vibrar en el sillón ante la campeona de Europa, ante los campeones mundiales... ¿Qué ha cambiado? Probablemente nada, probablemente mucho.
Desconozco por qué ayer no me gustaba su equipo y hoy me ilusiona a muerte. Le aseguro que no han sido los resultados, ha sido la actitud. La de los jugadores y la suya misma. Me ha molestado ver que cuando hemos ganado a Italia o a Rusia en cuartos y en semifinales usted se ha levantado del banquillo y se le ha comido el túnel de vestuarios mientras todos se unían para celebrarlo. Cada victoria ha sido suya también, Luis, y le honra mucho esas formas de no querer protagonismo y de callarnos a todos (a mí el primero) con resultados.
Le quiero dar las gracias por lo que nos ha unido a todo un país, a toda una afición. El tiempo da y quita razones, y a mí me las ha quitado y a usted se las ha dado. No me arrepiento de todo lo que dije de usted, de algunas cosas tal vez sí, porque creo que en ese momento tenía argumentos para ello. Pero al César lo que es del César y como dice nuestro refranero: al pan, pan, y al vino, vino. Esta Eurocopa ha tenido ya un nombre (sin contar con lo que pueda ocurrir en la gran final): España. Su juego, sus jugadores, su afición y su entrenador han plagado Suiza y Austria durante menos de un mes. Su huella dará qué hablar.
Estoy orgulloso de ver a mi equipo protagonista de un gran Torneo. Me da igual que ganen o pierdan el domingo porque pienso disfrutar los 90 minutos de la final, que tantos años nos ha costado. Para mí usted y los jugadores ya son campeones. No hubiera apostado ni un euro por vosotros antes del primer partido. ¿Sabe qué le digo? - encantado de no haberme hecho millonario. Me llevo varias uñas mordidas y un corazón acelerado; y cuando el corazón se acelera es porque se siente. Y hoy, yo y otros tantos millones de personas: sentimos a la Selección.
Un abrazo fuerte Luis, espero que en tu nuevo equipo el éxito esté presente. Tan solo quería decirle que se ha ganado a fuego lento el cariño de la afición. Suerte compañero...
Carlos F.
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