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La famosa "crisis"

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sociedad
Actualizado 25-06-2008 18:27 CET

Algunos lo tachan de desaceleración y otros lo llaman directamente crisis. Lo cierto es que los números no cuadran. Este verano tendremos que echar mano del cuñado que llevamos tiempo sin llamar o de la casa de campo de tus padres. Abróchense los cinturones, que las vacaciones más escasas de los últimos tiempos están a punto de llegar.

Pasaron a la historia aquéllos 15 días con pensión completa en primera línea de playa. Lejos queda la imagen de Benidorm a las 8 a.m. clavando la sombrilla en lucha por el mejor sitio. En blanco y negro está la imagen del padre comprando souvenir o colchonetas hinchables para que los críos no diesen demasiado el follón a la hora de tomar el sol.

Dicen que Zapatero ha activado un plan de choque con diversas medidas para paliar esta crisis camuflada semánticamente. Y para qué engañarnos, mal tienen que estar las cosas para que el Ejecutivo haya tomado cartas en el asunto y para que a su Presidente se le haya borrado su sonrisa de "España, va bien". Ya calibraremos la gravedad del asunto cuando veamos a la Familia Real tomando el sol en Mallorca.

Este verano toca apurar las leches hidratantes de otros años, desempolvar las toallas descoloridas y comprar litronas Mahou en lugar de latas de cerveza. Habrá que llenar el frigorífico con las ofertas del Carrefour, y si eres socio de su Club aprovechar el descuento del 33% en salchichas. Nada de tomarse el vermú en el chiringuito y dejar propina al guaperas de la barra, que la cosa está muy mal. Por cierto, prepara también los sandwiches para el viaje que este año no se para en la Venta El Paso.

Los cuñados se multiplicarán, incluso conocerás alguno nuevo, porque desearán pasar el fin de semana en tu apartamento. Apretados pero juntos, que hacía mucho tiempo que no pasábais veranos así. Te llenarán el piso de arena y criticaréis juntos al Gobierno sobre sus derroches económicos; cosa que no hacían unos meses antes cuando bien pusieron la mano para recibir el "cheque-bebé" con el que vino debajo del brazo la guapa Isabel, o la ayuda del alquiler de tu sobrino Carlos, que entonces le vino bien pero que ahora es todo un disparate. ¿En qué quedamos?

No cabe duda que el panorama económico de nuestro país está atravesando una mala racha, y que los números que baraja el Gobierno son negativos. Yo no lo llamo crisis, ni recesión ni desaceleración; yo lo denomino simplemente "vivir por encima de nuestras posibilidades". Nuestra sociedad ha creado a un ciudadano consumidor que es el verdadero riesgo para nuestra economía. Los hijos que estamos educando tienene, o han tenido, demasiados euros en su bolsillo, y mientras esto siga así nosotros seguiremos maldiciendo a la hora de llenar el depósito de gasolina de nuestro flamante coche.

Las cosas son así, desgraciadamente. Las familias no tienen un duro en sus cuentas porque están hipotecadas hasta el calcetín porque nadie se ha querido quedar atrás en la carrera del bienestar. Televisores de plasma, portátiles de lujo, móviles de última generación, ropa de marca, tarima flotante... estas pequeñas cosas son las que han provocado este frenazo de la economía española.

Mientras llegaba dinero de Europa las cosas marchaban bien, porque el desarrollo era feaciente; pero ahora que el abuelo europeo nos pide dinero y ahora que el crecimiento de otros países más fuertes que el nuestro se ve ralentizado cuantitativa y cualitativamente, nosotros no sabemos qué hacer. Nos hemos acostumbrado cómodamente a una manera de vivir y ahora estamos perdidos porque se nos dice que nos apretemos el cinturón. El problema es que ese cinturón que tenemos es de lo último de Calvin Klain y no tenemos ni pajolera idea de cómo se aprieta.

Hemos comprado muchos pisos, muchos coches y muchas pijadas a crédito y ahora hay que pagar la factura. No podemos echarnos las manos a la cabeza hoy por no saber cuánto costaba ayer: es una falta de responsabilidad. El dinero que se gana en España es el que hay, y tenemos que ajustarnos a nuestras necesidades. No se trata de ningún drama, al menos por el momento, pero sí tenemos que cambiar de mentalidad y hacer lo que se nos pide desde el Ejecutivo: un consumo responsable y un ahorro sostenible.

Esta crisis se asemeja mucho al cambio climático, y es que después de tantos años de despreocupaciones y de derroches biodegradables llegó un día en el que un señor avisó de un cambio climático peligroso y amenazador que podía traer consecuencias trágicas y peligrosas. Lo mismo ha sucedido con la economía. Hemos vivido demasiado sumergidos en el Carpe Diem y hemos despilfarrado dinero por doquier sin preocuparnos en las vacas flacas del mañana, y hoy hemos acusado las consecuencias.

En una cosa y en otra estamos a tiempo de solucionarlo porque no es irreversible. Lo que sucede es que la magia aquí no existe y que la única forma de alcanzar un estado del bienestar sostenible es a base de concienciarse de que no es justo que aquí vivamos tan bien, y allí vivan tan mal. Y si hay que apretarse el cinturón, tampoco pasa nada, que las casas están llenas de Internet y llenas de PSP para paliar el aburrimiento.

Carlos F.

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