El primer paso en firme de esta Rusia que ha roto las previsiones más optimistas en la Eurocopa, tiene un día clave y un nombre claro como protagonista. La Inglaterra de McClaren visitaba el frío e imponente Luznhiki con la obligación de ganar para no complicarse su clasificación a la Eurocopa (que finalmente dejaron en el camino).
Otra joya rusa
Se habló del césped sintético y del mal arbitraje de Medina Cantalejo, pero la realidad es que ese día el gigante ex soviético renació. Tras remontar un gol inicial de Rooney, dos goles casi consecutivos por un inexistente penalti y una jugada muy rápida, catapultaron a la fama a un semi-desconocido Roman Pavlyuchenko. Esa tarde de sensaciones térmicas extremas fue la mejor excusa para lanzarse a un estrellato que ahora ha terminado de confirmar. Un doblete que alentó a la madre Rusia (2-1).
El delantero del Spartak, valorado a nivel nacional por sus buenos registros en el equipo moscovita (68 goles en 132 partidos), había logrado lo que otros muchos desean, sus minutos de gloria, de reclamo, de atención en el panorama futbolístico. El buen nivel del campeonato ruso, que ha crecido sobremanera en los últimos años tanto deportiva como económicamente, contribuyó a que su nombre entrara en escena como futurible de un equipo de mayor solera.
Pese a que todo parecía encarrilado para un feliz desenlace, apareció en escena el Zenit, que para lo bueno y lo malo, ha sido la referencia en los últimos meses. Primero, los de Leningrado sumaron su primer campeonato ruso rompiendo la racha de éxitos para equipos de la capital y, poco después, su victoria en la Copa de la UEFA dejó definitivamente en segundo plano al resto. Pavlyuchenko pasó en unas semanas de ser un foco de atención a ocupar un plano secundario, centrando de esta manera todos sus intereses en una Eurocopa con objetivos claros pero de complicada ejecución.
Y es que al punta del Spartak le iba a costar incluso tener consistencia en los planes de Hiddink. El técnico holandés dejó patente en varios partidos que su punta elegido iba a ser Pogrebnyak, que se había ganado la confianza con una recta final de campaña más que atrayente y con goles en la UEFA (de la que fue máximo goleador). Con el trabajo como única alternativa para buscarse minutos, Pavlyuchenko se encontró con la desafortunada lesión de su competidor pocos días antes del arranque de la Euro. Una noticia dramática para los intereses del equipo pero esperanzadora para Roman, que ha sabido sacar máximo rendimiento al mal trago de su compañero.
El ex del Rotor Volgograd (pese a criarse en la cantera del modestísimo Dinamo Stavropol) suma tres goles en la Eurocopa pero está demostrando muchas más cualidades. Roman nunca fue un artillero de la vieja usanza, sino un nueve con movilidad, gran juego aéreo, mucha brega y un jugador de equipo, capaz de sacrificarse con presión o cayendo a banda. Todas estas posibilidades en su juego le han dado un protagonismo máximo en Rusia y, dejando a un lado a Arshavin, le han colocado como referente del buen rendimiento general de los de Hiddink.
Su asignatura pendiente es el remate, el cual parece haberle dado la espalda. De haber sido más eficaz, sería con mucho el goleador del torneo pues son incontables las ocasiones que ha generado. La mala suerte, ejemplificada en dos postes ante España y Holanda, tampoco le ha ayudado en este aspecto pero es cierto que el salto a un gran de de Europa está más cercano que nunca. La Premier parece su destino aunque las libras para el que apueste por él han aumentado en cuestión de semanas.
José David López (Editor Diarios de Fútbol)
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