Quién le iba a decir a los profesores de Iker que aquel niño tímido y cazurro como él solo sería aclamado por todo un país y tres cuartas partes de Europa. Quién iba a pensar que el chaval pecoso que aprendió a leer para rellenar la prórroga del servicio militar se convertiría en un ejemplo a seguir por los niños de España. Nadie imaginó que el chico que sólo sabía pegar brincos y arrastrarse por la arena del instituto El Cañaveral, cuando no se la metía en la boca, portaría el brazalete de capitán de una Selección Española que ya ha hecho historia. Hoy todos querían ser Iker, hoy todos soñaban ser Casillas. Y no porque se esté zumbando a la mejor Miss España de la última década (que también).
Posando con el coche de Panucci
Puede que el día 22 de Junio del 2008 sea una fecha para recordar. Tendríamos que señalarla en el calendario, para tenerla en cuenta en un futuro. Como una especie de Baby Boom de los porteros, los niños de España han amanecido con la intención de convertirse en los próximos Iker Casillas de España. Hablo de los chicos de 7 a 10 años que me encontraban en las calles y que, nerviosos, contaban lo que Iker hizo ayer. Siempre es difícil encontrar porteros para la pachanga del recreo. O se recurre a la pirula, al el último que toque el larguero, o, directamente, a Iñaki Piesplanos, el chico de integración que no coordina mucho en todo lo que sea moverse. Si no sabe jugar, por lo menos que tape algo de portería. Es la mejor manera de tener en el campo a todos los jugones pero, como ya vimos en la época de Cruyff con Angoy y Busquets, al final no trae buenas consecuencias.
Hoy sobraban porteros. Todo el que se chocaba contigo en el Metro de Madrid se imaginaba parando penaltis. Sobre todo en la Línea 12, esa que junta los pueblos del Sur de Madrid (Móstoles, Alcorcón, Fuenlabrada, Leganés Y Getafe). Es curioso, cada generación de futboleros tiene jugadores espejo; profesionales de su misma quinta con los que se sienten identificados por alguna razón y a los que siguen más de cerca. Aunque yo nunca he querido ser portero, yo también he reventado sapos en la provincia de Ávila, como Iker, estamos a 7 paradas de Metro, él es poco mayor que yo, a los dos nos gusta fornicar con modelos (aunque uno no consuma), somos reservados, guapetes y, sobre todo, siempre soñé con una llamada del Director de mi instituto para que me soltara un coge las botas y sal pitando a Noruega, que el Madrid te necesita contra el Rosemborg. A Iker lo llamaron, en plena clase de Matemáticas, en plena siesta de la borrica (la de antes de comer).
Mi padre siempre se ha comparado con Gordillo, por paisano y por rondar su misma edad, y ahora cuando lo ve por la televisión siempre dice lo viejo y gordo que está. Cuando Casillas ganó su primera Champions con 19 primaveras, pensé que todavía me quedaban un par de años para hacer algo grande. A estas alturas ya lleva 2, cuatro ligas, una intercontinental y varios trofeos individuales, como el Zamora o el Bravo. Puede que sea más golfo que Ronaldo en un barrio de transexuales, o que le guste más trasnochar que a Cassano después de una siesta de tres horas; pero el tío tiene cara de buena persona y cae bien. Es un fenómeno que no tiene la necesidad de crear amor/odio, que siempre ha tenido en la boca su discurso del nunca fuimos tan malos como dijeron ni ahora somos tan buenos como piensa, conociendo sus limitaciones y sin buscar una frase célebre para algún libro del fútbol. Su humildad hace que me sienta orgulloso de no sentir a esta nueva generación de diamantitos, gominitas y morenos de Solarium mode Cristiano Ronaldo de los Cojones.
Ayer, como el que no quiere la cosa y sin cambiar mucho el gesto, hizo que se ilusionaran más de 40 millones de personas, y que muchos fuéramos a trabajar con otro ánimo. Y, sobre todo, consiguió que todos los Iñakis Piesplanos de este país se dediquen a lo que realmente quieren: Irse con las chicas y descubrir su lado femenino.
Como Ronaldo pero sin rabos de por medio.
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