Turquía enloquece y elimina a los checos

A miles de kilómetros de allí, y gracias a una pelota, podemos imaginar con alto grado de certeza y veracidad, que Turquía ahora mismo está enloquecida. El sentimiento de millones de turcos ahora mismo debe de ser indescriptible, pero seguro que el término locura aparecería e un posible intento por relatar lo que están viviendo ahora mismo los otomanos.

Nihat, pesadilla de Cech

Una remontada épica, histórica, ha conseguido que Turquía se clasifique para los cuartos de final, mientras que los checos se quedan fuera, incrédulos, destrozados, preguntándose qué habían hecho ellos para merecer esto.

Se llegaba al partido con la máxima emoción para los dos países y la sombra de unos penaltis que hubieran sido históricos, y se ha terminado con una remontada agónica, una tragedia individual, la de Cech, y una amargura colectiva, la checa. Cinco goles, la presencia de un jugador de campo como portero en los minutos finales y, sobre todo, la imposibilidad de asegurar nada sin riesgo a equivocarse, han hecho del Turquía-República Checa que un partido de fútbol se convierta en lo que se suele llamar “partidazo”.

La primera parte ha sido de dominio checo. La presencia de Koller tenía demasiado ocupados a la defensa y al centro del campo turco, impotentes a la hora de adelantarse y desconcentrados para tapar a los que entraban desde la segunda línea. Se imponía el estilo de los de Brückner, de empuje, balones a Koller y aprovechamiento máximo de la envergadura en las jugadas a balón parado.

Por su parte, Turquía se veía totalmente falto de herramientas de creación, optando por copiar el estilo de su rival, balonazo sin piedad ni consideración, pero sin tener al tanque arriba. Nihat tiene muchas virtudes, pero la altura y el juego aéreo no están entre ellas. Por lo tanto, nulo peligro para Cech. La falta de criterio y hombres para sacar el balón de la defensa les ha provocado un caos importante. Es cierto que los turcos tienen más fútbol que los checos, pero sólo de mediocampo para arriba. Así, un centro de Sionko, que sigue siendo determinante para su selección, ha propiciado un cabezazo de Koller, potente, limpio, letal, con el que se ha llegado al descanso.

La segunda mitad no se puede calificar de ninguna manera. Demasiadas cosas juntas, emociones, ocasiones y goles como para asegurar sin equivocarse el dominador y el dominado. Los turcos han empezado mejor, bajando (por fin) el balón al césped y jugando como saben. Pero el fútbol ha comenzado a hacer de las suyas, y les ha castigado con el segundo gol checo. Dos maneras de jugar distintas, pero mismo resultado. Parecía que la cuesta era imposible de subir, pero en quince minutos, todo ha cambiado.

Un gol de Arda Turan, de los mejores jugadores que tiene Turquía, ha dado vida a su país y al partido. Sin embargo, los minutos pasaban y el tanto no llegaba, provocando agonía en los otomanos y alegría en los checos. Hasta que se ha producido algo que no estaba en los planes, como casi todo lo que ha ocurrido esta noche en Suiza. Un centro inocente, blando, sin peligro, ha sido el desencadenante de miles de emociones, divididas entre alegría e incredulidad.

 Peter Cech, uno de los mejores porteros del mundo, sale a atajar el balón, que no tenía mayor importancia. Pero se le escapa de las manos y Nihat empata el partido. Los penaltis históricos estaban cerca. Sin embargo, minutos después y a poco de terminar el encuentro, Nihat se aprovecha de un fuera de juego muy mal tirado, que merecía castigo. Anotó el 3-2 y estalló la mitad del estadio.

Turquía iba ganando, pero el partido aún no había acabado. Una agresión de Volkan a Koller provocaba su justa expulsión y la obligación de poner a un jugador de campo, Tuncay, ha hacer las labores de portero. Al final, victoria para una Turquía enloquecida y derrota para una República Checa incrédula, impotente, que ha comprobado la tristeza en su máxima expresión. Por su parte, la remontada turca les permitirá jugar los cuartos de final ante Croacia.