Mantener la calma tras un exitoso arranque ante Rusia había sido la premisa de la selección española. Los intentos para evitar un excesivo ambiente de euforia habían conseguido el efecto deseado y Suecia, que sumó una interesante victoria contra Grecia en su debut, se había dedicado a especular sobre sus pocas opciones. Dos equipos en forma pero con mínimas novedades. Aragonés no trastocaba sus planes y Lagerback apostaba por Stoor para sustituir al lesionado Alexandersson y por Elmander (delantero reconvertido a extremo para la causa) por detrás de su dupla ofensiva.
Otra vez Villa (EFE)
Contrariamente a lo que se viera el pasado martes, España salió decidida a ser dueña absoluta de la pelota. Xavi, Iniesta y Silva aparecían con facilidad a la hora de organizar, limpiar la salida de balón y ampliar el abanico de opciones ofensivas. Suecia, muy bien colocada en torno a Isaksson y sin intenciones de cambiar esa idea de supremacía española, esperaba su momento pero éste iba a tener un asterisco llamado Torres. Cuando sólo se habían producido ligeros acercamientos, un saque de esquina generó un centro lateral de Silva al área donde, entre la multitud y adelantándose al resto, el Niño metió la bota con la suerte de que su contacto se marchó a la red.
El tanto tuvo un fulminante efecto tranquilizador en las intenciones ofensivas de España, que como retrató en el debut, decidió donar la posesión a Suecia que, dentro de sus limitaciones creativas, fue capaz de generar opciones a base de consistencia. La inoportuna lesión de Puyol por un supuesto pinchazo, dieron entrada a Albiol y, con el central ché, aparecieron las dudas en la línea defensiva. Un pase a la espalda del recién ingresado que Larsson no supo concretar y un disparo de Elmander más que peligroso reflejaron esas oscilaciones que no presagiaban nada bueno.
Y las previsiones se cumplieron en una jugada donde la zaga española quedó en entredicho. Un balón largo y directo, como todas las ocasiones escandinavas, no pudo ser despejado por Albiol. Ibrahimovic la atrapó y, tras darse la vuelta con la permisividad de Ramos (se fue al suelo de manera errónea), disparó sin mucha fe, pero con la suficiente fortuna como para que Casillas tampoco lograra atajarla. Un gol con numerosos fallos individuales que golpeó la moral de la Roja.
Hasta el descanso, un más que posible penalti de Elmander a Silva por arrollarle en el aire cuando el canario iba a rematar, así como un disparo de Villa que paró Isaksson, fueron lo único destacable. España estaba saturada y doliéndose aún del golpe, dejando ver los primeros síntomas de vesania en todo el torneo.
Tal y como sucedió en los compases iniciales, España volvió a su planteamiento madre: crecer a base de dominio de la posesión y defenderse a través de ella. A partir de allí, la versión mejorada de la Roja no era suficiente para ganar en profundidad y presencia ofensiva por lo que Luis se la jugó agotando sus cambios con la entrada de Cesc (buscando un 'rol' más atractivo) y Cazorla para buscar el revulsivo con media hora por delante. Nada más pisar el césped, una triple ocasión se perdió incomprensiblemente con la mala definición de Silva, Villa y Torres, todos ellos mal engrasados en su último toque. Era un serio aviso.
Con mucho más corazón que claridad de ideas, España no era capaz de imponer su monólogo sobre la posesión más allá de acercamientos intermitentes. Suecia, consciente de que el orden defensivo era su mejor baza, sólo inquietó a balón parado donde Larsson y el central Hansson sí dieron algún susto. Con los minutos finales, las urgencias fueron mayores para España, que ejerció su dominio con mayor claridad y pese a la vehemencia en un disparo de Senna y un símil de Torres, parecía que el premio no iba a llegar.
Sin embargo, con el tiempo ya cumplido, un pase larguísimo y con mucha intención de Capdevila (ya lo hizo en el primer partido) sobre el desmarque de Villa bastó para que el ché se las ingeniara. Dribló a su marcador, encaró a Isaksson y le cruzó un remate que daba aire, moral y boleto rumbo a cuartos. El Guaje, máximo goleador, evitó la decepción (aunque no la cura de humildad) y mantiene las esperanzas. La Marea Roja ya está entre las ocho mejores.
José David López (Editor de Diarios de Fútbol)
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