La actual campeona, Grecia, cae merecidamente ante Suecia.
Talento natural (EFE)
Grecia, actual campeona de Europa, ha comenzado su defensa del título tal y como acabó su camino hasta la gloria de hace cuatro años: invitándonos a una sucesión de bostezos a la que su rival de hoy, Suecia, tampoco ha sabido poner fin.
Con su habitual solidez defensiva por bandera, la misma que le reportara tanto éxito en la Eurocopa portuguesa, y fiel a su esquema de tres centrales (Dellas, Kyrgiakos, Antzas) el equipo dirigido por Otto Rehaggel ha conseguido su propósito al embarullar la conducción de balón sueca y poner en aprietos la labor creativa de un Svensson bastante apagado y de un Ljunberg algo desorientado en posiciones cercanas a la mediapunta.
Ni siquiera la presencia de Charisteas y Gekas (sustituido por Samaras en la segunda mitad), dos esquifes perdidos en mitad de un mar embravecido, en la punta de ataque helena ha dotado de mayor mordiente a los campeones. Completamente desasistidos, los puntas griegos han chocado una y otra vez contra el acantilado sueco,
Sólo Georgios Karagounis, la única dosis de brillantez en un equipo demasiado inclinado hacia el lado de la rigidez táctica, ha buscado en su repertorio cualquier detalle que pudiera hacer salir a Grecia del tedio y la carencia de ideas. Su pierna derecha, siempre dispuesta a oxigenar el juego de su equipo, es un fusil de precisión en mitad de un regimiento de artillería.
Tampoco Suecia ha dado muestras de brillantez, salvo alguna ocasión aislada del siempre imaginativo Ibrahimovic y la movilidad de un Henrik Larsson al que nunca se le acaba la motivación. Incapaces de meter una velocidad más cuando la presión griega lo requería, los nórdicos han caído en la red de arrastre dispuesta por los de Rehaggel, que han dejado claro que siguen siendo un conjunto feo, desagradable para el juego, pero muy difícil de batir.
Despreciando la elaboración del juego, que recae exclusivamente en un festival de pases en horizontal entre sus tres centrales dejando de lado las dosis de talento que puedan disponer en la medular Basinas o Karagounis, a Grecia le cuesta un mundo llegar a posiciones de peligro.
La lógica suele decir que en casos como el de Grecia, en el que un equipo se encastilla en torno a su área haciendo imposible cualquier intento de penetración en ella, es cuando los futbolistas de mayor talento tienden a aparecer. Y en esas circunstancias es donde ha hecho acto de aparición el talento innato de Zlatan Ibrahimovic, cazando un balón suelto en la frontal y trazando, apoyado en el exterior de su pie derecho, una curva imposible para Nikopolidis.
Desarmado el corsé griego, las piezas del Meccano de Rehaggel han saltado por los aires con el segundo gol sueco. Un fallo defensivo, al alimón entre Kyrgiakos, Seitaridis y Nikopolidis, ha ayudado a que el central Hansson empujara, casi involuntariamente, el segundo gol nórdico a la red.
Con dos goles en contra, se antoja complicado que la fortuna te sonría en veinte minutos como para lograr levantar el resultado. Y sin ese 'recurso', el potencial de Grecia disminuye drásticamente. Rehaggel deberá ahora ir a por los tres puntos desde el inicio contra Rusia.
Borja Barba (Editor de Diarios de Fútbol)
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