Dicen que los entrenadores, una vez comenzado el partido, son meros espectadores. Algunos opinan que a partir del pitido inicial, el devenir del encuentro queda en manos de los jugadores, y el míster sólo puede animar y decidir los cambios. Hoy, en el debut de holandeses e italianos en esta Eurocopa 2008, se ha demostrado claramente que esas afirmaciones no son del todo ciertas.
El entrenador italiano, Roberto Donadoni.
El recital de aprovechamiento de espacios y anulación del contrario del equipo de Van Basten ha contrastado con la nefasta puesta en escena y la nula reacción del banquillo italiano. Donadoni ha fracaso estrepitosamente.
El entrenador azzurro se ha visto totalmente superado por las circunstancias. En primer lugar, y hablando después del partido, con una posición más ventajista, se ha equivocado con la elección de su once inicial. La incursión de Ambrosini como titular ha sorprendido a la mayoría, dando así el primer paso para la debacle posterior. Sacando al jugador del Milan, ha despreciado por completo la apuesta por el talento y la juventud. Lo que representa Daniele De Rossi. La presencia del jugador romano se antojaba necesaria e indiscutible.
Con la participación de Ambrosini, el equipo no ganaba nada. El trabajo defensivo y el rigor táctico que aporta el milanista lo hubiera mostrado igual De Rossi. Además, este último tiene mayor visión de juego, mejor capacidad para sacar el balón y mayor presencia en ataque, pudiendo utilizar su gran disparo. Por lo tanto, aquí Donadoni no ha hecho ningún bien al equipo. Más contando con que Ambrosini ha sido incluso novedad en la convocatoria, ya que ni se contaba con él para este torneo.
Por otro lado, el míster no ha trabajado bien el orden táctico. No ha sido la Italia de siempre que defiende a la perfección y controla el ataque rival. Claro ejemplo de ello ha sido el segundo gol holandés. No recuerdo un seleccionador italiano que haya encajado un gol por un contra ataque después de un corner a favor. Eso en el país transalpino es inexplicable, imperdonable. Además, la zaga no se entendía ni entre sí, ni con el centro del campo, dando en ocasiones una impresión de caos que derivaba en debilidad. Donadoni ha destrozado la base de su país. Orden táctico y defensa segura eran antes cualidades innatas en la azzurra.
Por último, lo más escandaloso: la falta de reacción. Al descanso, su equipo perdía por 2-0, habiendo perdonado Van Nistelrooy el tercero. Pirlo estaba desaparecido. Italia necesitaba un cambio, algo que Donadoni no le ha dado. Ha mantenido el mismo esquema y los mismos jugadores durante 15 minutos más, eliminando cualquier opción de remontada. Una muestra de incompetencia más que alarmante.
Al final, ha metido al campo a Del Piero y Cassano, y el equipo ha tenido las mejores ocasiones. No sólo el 3-0 debe hacer pensar al entrenador italiano, sino que debe replantearse muchas cosas para el siguiente partido ante Rumanía, porque en ése ya no se puede fallar.
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