Dice el refrán que a río revuelto ganancia de pescadores. No sabemos si en Ferraz practican o no el milenario arte de la pesca, pero sí parece claro que en el proceso mar de noticias generadas desde el Partido Popular, hay unos pescadores que quieren llevar el ascua a su sardina. Hablamos de quienes seguramente más se están frotando las manos con la tirada de trastos de Génova: UPyD.
Díez, llamada a sentarse en el trono de Suárez
Rosa Díez hace cuentas. Cien mil por aquí, doscientos mil por allá, diez mil de Acebes, cuatro mil de Zaplana... Votos y más votos, que no se diga, y que los quiero todos. Unión Progreso y Democracia es, seguramente, la formación política más beneficiada por la metástasis del PP. Si en las pasadas elecciones generales logró 300.000 votos, ahora, según las encuestas, tendría más del doble de apoyo ciudadano y en número de escaños.
Lo publica hoy el Periódico de Cataluña. Según el sondeo que han encargado "el PSOE rozaría la mayoría absoluta en el Congreso o incluso podría alcanzarla si ahora mismo se celebrasen elecciones legislativas". El PP perdería hasta dos puntos y medio y la diferencia con los socialistas se elevaría hasta los 8 puntos. Es la factura que tiene que pagar Rajoy por entonar aquello del "libérate".
Pero volviendo al tema de inicio, la sorpresa, una vez más, la da Unión Progreso y Democracia, el partido de Rosa Díez, que doblaría sus resultados. Curiosamente, lo que fue una escisión del PSOE, se puede convertir en el mayor quebradero de cabeza del PP. Porque sin duda alguna, UPyD le quita votos al PP y no a los socialistas. Sus mejores resultados los ha logrado en feudos populares: el barrio de Salamanca, -donde es la tercera fuerza por delante de verdes e Izquierda Unida-, o en Majadahonda, Las Rozas o Pozuelo, donde roza, cuando no supera, el 6 por ciento de los votos.
UPyD puede convertirse, gracias al proceso de putrefacción del PP en el nuevo CDS. En los 80, Adolfo Suárez construyó una alternativa de centro que llegó a congregar a dos millones de votantes con un 10 por ciento de la población. Suárez, que venía del franquismo, evolucionó hacia tesis de centro o centro izquierda que tuvieron cierto calado en una gran parte de la población. Sólo cuando Alianza Popular se convirtió en el PP y Aznar comenzó a ser un líder sólido, empezaron a disputar al CDS ese voto de centro que, claramente aglutinó Suárez mediados los 80.
La estrategia del PP fue ocupar el centro político y desplazar del mapa electoral a un Suárez que ya daba síntomas de agotamiento. El PP consiguió un discurso más moderno, y sobre todo se quitó de encima un estigma como el de Fraga, eterno ministro franquista, icono de la bomba de Palomares y de un Régimen que nadie quería recordar. Cuando los populares mandaron a Fraga a Galicia, el PP empezó a dar un perfil más de centro. Y es cuando el CDS cayó herido de muerte.
Ahora, cuando incomprensiblemente, Fraga ha vuelto a la primera línea de fuego, quienes están ocupando el espectro de centro son los "upeydeos". Mucho del voto de centro que votaba PP durante los 90 y los primeros 2000, se pasan a la formación de Rosa Díez por su ímpetu, su arrojo y sobre todo, por sus aires de Agustina de Aragón en su soledad del Grupo Mixto ante un Congreso totalmente en su contra. Y sobre todo, quien alimenta UPyD no es otro que el Partido Popular. La sangría de votos del PP que se refleja en las encuestas del CIS y de El Periódico de Cataluña, tienen mucho que ver con una crisis interna que parece que no tiene fin.
El gran test de Rosa
La prueba de fuego de UPyD, es decir, las elecciones en las que se verá si se consolida o si es un partido que va y viene, serán sin duda, los comicios europeos de dentro de un año. Es el escenario perfecto para que Rosa Díez se frote las manos. Un partido en crisis, el PP, sin un liderazgo sólido, y envuelto en unas luchas intestinas verdaderamente cainitas; un Partido Socialista en el gobierno, soportando una crisis económica que empieza a preocupar; una Izquierda Unida que cada vez tiene más problemas para seguir subsistiendo; y unos partidos nacionalistas que no tienen claro su rumbo.
¿Quién puede englobar una alternativa a todas esas formaciones? UPyD, que dice ser un partido trasversal, ni de izquierda ni de derecha, y que podría actuar de auténtico pescador en varios ríos revueltos. Teniendo en cuenta que el voto en las elecciones europeas es gratuito, -es decir, no se elige nada que en teoría afecte de manera directa al elector-, las próximas elecciones de ámbito estatal pueden hacer mucha pupa a los partidos tradicionales.
Lo que está claro es que Rosa Díez tiene la oportunidad de convertirse en la tercera fuerza del país, en una especie de partido bisagra al modo europeo, en el que se junten votantes de izquierda, derecha y centro. Rosa Díez tiene la oportunidad de convertirse en la nueva Adolfo Suárez de la política española.
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