El Presidente de la Federación Española de Baloncesto, José Luís Sáez, se suma a la pandilla de altos cargos que están luchando por hundir el deporte español. Tras muchos meses intentando echar a Pepu Hernández, hoy se ha consumado su deseo: ECHAR A PEPU.
El nivel en el que se encuentra el deporte español es muy elevado. En la mayoría de las categorías deportivas los españoles no sólo están presentes, sino que se hacen notar. Tenis, fútbol, motor, baloncesto, ciclismo, balonmano... La buena salud de nuestro deporte está siendo amenazada por un virus: los Presidentes federativos.
El nuevo brote ha surgido en el ba-lon-ces-to de Pepu Hernández. Nunca antes fuimos referente en el mundo de la canasta, y desde la llegada de Pepu somos una de las Selecciones favoritas de cara al mundial y al europeo. Estamos al nivel del famoso "dream-team". España es, y se dice pronto, actual campeón del mundo; por encima de EEUU y de Rusia. Después de tanto tiempo, los chavales vuelven a jugar en el patio del colegio al baloncesto, y sus nuevos ídolos se llaman Pau Gasol o Juan Carlos Navarro.
No contento con este nivel de primer orden, el Presidente de la Federación de Baloncesto acaba de rescindir el contrato de nuestro míster, el que nos hizo tocar el cielo y el que nos ha hecho ilusionarnos. El que no dio la espalda a todo un país cuando se murió su padre en plena final del Mundial. Esa persona que nunca ha dado una voz sino para reivindicar el lugar que se merece el basket.
José Luís Sáez argumenta que Pepu ha cometido "dejación de sus funciones", cito literalmente. El problema de un Presidente deportivo surge cuando se cree dueño y señor de su equipo técnico. José Luís Sáez tiene mal perder, porque no ha sabido encajar el anuncio de Pepu de que tras la cita olímpica abandonaría el banquillo de la Selección. Y ahora, buscando cualquier excusa, despide al Seleccionador y justifica así la decisión. En lugar de agradecer lo que ha hecho por la Federación.
Con este Presidente no me extraña que Pepu, y cualquier otro, deje la Selección Española de Baloncesto, puesto que ya desde que ganáramos el oro en el pasado Mundial de Japón de 2006 el seleccionador se ha sentido poco respaldado por los suyos. Es más, resulta muy extraño que en los tiempos de precariedad y de fugacidad deportiva que vivimos, donde sólo hablan los resultados, un entrenador sea capaz de irse diciendo la verdad.
Después del oro y la plata consecutivas, él piensa que se ha acabado un ciclo como máximo dirigente de la Selección,y y tiene todo el derecho del mundo ha buscar su sitio entre los equipos de la ACB. Máxime cuando hoy en día es el entrenador más cotizado de nuestro país. Y esto no es casualidad sino causalidad.
España tiene a los peores dirigentes deportivos posibles, que tienen a su cargo a los mejores deportistas de todos los tiempos. El Presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar, con mil polémicas profesionales y personales; el Presidente de la Federación Española de Tenis, Pedro Muñoz, que nos está escandalizando día sí y día también por el trato que está teniendo con campeones de la talla de Rafa Nadal o David Ferrer.
Es una vergüenza que estas personas estén cobrando sueldos y dietas públicas haciendo el daño que están provocando al deporte español. Nunca antes España había vibrado tanto en el terreno deportivo. Enciendes la televisión y siempre hay uno de los nuestros sudando y dándolo todo para que suene nuestro himno suene por todo el mundo.
Estos capos no están a la altura de las circunstancias, y deberían tomarse medidas para apartarlos de sus despachos flamantes y sus coches oficiales. Sus trajes y sus perfúmenes baratos están intoxicando el Fair Play del que tanto presumen.
Carlos F.
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