Adiós, billete, adiós

Ya hacía tiempo que andaba malherido. Estaba enfermo de modernidad, su dolencia se llamaba internet y estaba moribundo esperando una terapia eutanásica que pusiera fin a su larga y exitosa existencia. Hoy ha muerto el billete de avión, ese compañero inseparable de ejecutivos, turistas o emigrantes, que se aferraban con fuerza a un trozo de papel o cartón que se convertía en la llave maestra que les transportaría a un nuevo mundo.

El viejo y pequeño billete. Adiós para siempre, adiós

Adiós billete, adiós. Las 240 aerolíneas de la IAT), que representan prácticamente la totalidad del tráfico aéreo, dejan, desde hoy, de emitir billetes en el clásico formato en papel impreso, una medida que permitirá a estas compañías ahorrar más de 2.000 millones de euros. Sniff, sniff, sniff. Tus usuarios no te olvidarán.

Recibir un billete de avión en una agencia de viajes se convertía en un auténtico ritual. Ilusiones, maletas intuídas, bolsas de viaje a las que reservámos un sitio para el billete: "aquí, junto a los pasaportes, que no se pierdan". Daba igual. Sacabas el billete y te lo dejabas en la cafetería antes de coger el taxi hacia el aeropuerto. O en el MacDonalds de la terminal. Prisas, carreras, impaciencia desesperada por encontrar el billete... Y al final, lo llevabas en el bolsillo del pantalón. Pobrecito, había estado allí todo el tiempo sin moverse.

Sniff, sniff, sniff... Siempre un viajero invitado en todos los viajes. El billete de avión, que mirabas y remirabas para no equivocarte de puerta de embarque, de compañía, de hora, de número de vuelo. ¿Qué haremos sin ti, billete, querido y viejo billete de papel? Ahora te sustituirá uno electrónico, pero sospecho que nada tendrá que ver contigo. El billete de papel es al digital lo que el sexo al cibersexo: se pierde la magia.

Se acabó para siempre la línea de puntos que dividía el billete en dos. Y también el pasar vergüenza por las manchas del bocadillo de chorizo plasmadas como bandera en el billete del viaje de verano. Se acabó para siempre el placer de recogerte, querido billete. Ya nada volverá a ser lo mismo.