El avance del medio televisivo ha llevado la cultura, la información y el entretenimiento a todos los hogares. Pero la proliferación de los medios televisivos, muy al contrario de lo que supuso la implantación del medio en origen, ha ido produciendo progresivamente una bazofia, que en muchos casos, denigra la profesión informativa, y el entretenimiento se monta sobre la mofa, e infamia de la vecindad.
Se ha criticado mucho últimamente el fenómeno de la telebasura al que se han dedicado algunas cadenas privadas con especial fruición, dedicando horas de televisión que valen una millonada, a la burla y difamación del otro, pues ellos no suelen ser el objeto de su propio veneno.
Un caso peculiar de este fenómeno lo está presentando la Sexta, cadena insustancial en sus contenidos, que salvo algunas retransmisiones deportivas, e informativos peculiares, dedican la mayor parte de la programación a la coña tonta a veces infamante. Así programas como sé lo que hicisteis , el follonero, el intermedio, caiga quien caiga, buenafuente, salvados por la Iglesia, etc., comportan una parrilla de producción circense, insustancial y basada en la mofa de personas e instituciones que se merecen el obligado respeto, desde la concordancia o discrepancia de planteamientos, o ideologías. Pero que no deben de ser objeto de las coñas de titiritetos televisivos, que se toman la licencia de faltar al respeto ajeno y burlarse a discreción, para encubrir con esa jocosidad maliciosa, la falta de talento de una adecuada programación de entretenimiento, si la cadena optó por esa línea de producción televisiva. Pero habrían de tener claro que el entretenimiento no pasa necesariamente por la burla pública.
Así esos reporteros impertinentes que abordan a las personas con claro falta de respeto, e interés de confundirlos para que suelten alguna parida, no parece que sea propio de la profesión no digo periodística, sino tampoco de meros comunicadores de espacios televisivos de entretenimientos-. Y sobre todo esa fijación mordaz contra la Iglesia Católica resulta una absoluta falta de respeto a los millones de católicos que conformamos este país.
Pero la culpa no la tienen exclusivamente los histriónicos reporteros, sino los jefes de la cadena, cuando no imponen una mínima ética profesional sobre los productos propios, y permiten la sorna continua. Y no me vale la respuesta que no vea esa programación. Ya que estoy en mi derecho de pedir respeto para las personas y creencias religiosas del tipo que sean-. Pero además, una televisión privada tiene una licencia pública para sus emisiones, por el uso del espacio radioeléctrico, y tal licencia pública debería de tener mejor destino, pues es patrimonio de todos los españoles. Por lo que el Gobierno debería reconsiderar la concesión cuando llegue a término, de seguir la programación por tales derroteros.
Entre tanto, ya se sabe: pan y circo.. para alimentar a una sociedad adolescente fácilmente manipulable, que se traga lo que le echen.
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